-¿Qué te gustaría hacer hoy? – preguntó minutos más tarde, después de que hubieran quitado la mesa-. ¿Dar una vuelta? Seguro que estaría muy bien con este tiempo tan bueno.
-Claro – contestó. Pero Sarah ya había pensado en otra cosa. Fue hacía ella y la rodeó con sus brazos -. A lo mejor más tarde – dijo.
Observó a Helen a los ojos, pero ella mantuvo su mirada ausente. ¿Qué ocurría? ¿Otra vez tan distante, de repente? Por lo general era ella la que siempre tenía prisa por meterse en la cama.
-Me gustaría pasear un poco en el auto – dijo -. Si no te importa.
Aquello era una forma concreta de darle la vuelta a la relación. ¿Rechazaba el sexo y al mismo dejaba afuera la toma decisión de Sarah? ¿Era alguna manera de castigarla? ¿Era algún tipo de venganza cruel? Sarah estaba desconcertada. Nunca había esperado encontrarse con esta nueva Helen.
Sarah hizo girar su cabeza hacía ella y la besó con dulzura.
-No, no me importa – respondió -. Si así lo deseas, esta bien para mi.
Era la primera vez que tenía esa sensación de incertidumbre, tenía el sentimiento que cumplir aquella petición significa el servicio de un cambió, ¿o sólo era un pago por lo que había hecho? ¿quizá un tipo de redención? ¿o no? Fue una sensación demasiado abrumadora. Una sensación anormal.
¿Así se comportaban los amantes? ¿Eran amantes? ¿Qué eran ellas?
-El día esta fantástico – dijo Sarah -, siempre soñé ir en descapotable, mientras el viento golpea tu rostro. La bufanda y el pañuelo en el cabello.
-¿Cómo una rara admiración de la mujeres de los años cincuenta? Pues te pareces un poco a ellas – artículo Helen sin dejar de ver la carretera.
-¿De veras? – Sarah le lanzo una mirada critica -. ¿Crees que me conservo como una de aquellas mujeres de los años cincuenta?
-Tú eres un tipo de mujer muy dotada muchos aspectos, como, por ejemplo: como ama de casa – dijo bromeando.
-¿En serio? Pero eso no es todo... - respondió Sarah malhumorada.
-No, no lo tomes a mal. Yo no te considero como una mujer de los años cincuenta. – Helen sonrió levemente – Por ahora sólo te veo así. Y me parece maravilloso.
-Si te lo parece – espetó Sarah disgustada. Pero a quien quería engañar. Era inevitable que Helen hiciera hincapié en la diferencia de edad. Tal vez ella en específico no le daría mucha relevancia, pero Sarah sabía que la brecha solo se hacía cada vez más grande con cada comentario, ya fuera inocente o no.
-Sí, me lo parece. Pero las mujeres de los años cincuenta era bellísimas. – La miró durante un instante antes de volver a fijar la vista en la carretera.
Por el rabillo del ojo Ebbot observó como en el rostro de Sarah aparecía una mudad de consternación. Helen se dio cuenta que tal vez su comentario la había ofendido. Sujeto con muchas más fuerza el volante.
-No me gustan las exageraciones. Nunca hay que alterar la verdad.
-Yo lo hago. – respondió con franqueza. Sarah pareció enfadarse. Ebbot esta vez no se dejaría intimidar ni que la desconcertara. Ella sabía que no era la dura e implacable mujer de negocios sin sentimientos, como a Sarah le gustaba aparentar. Eso ya lo había notado con toda claridad.
Sarah podía llegar hacer la mujer más dulce del mundo, como la mujer más fría y despiadada. Lastimosamente Helen tuvo que hacer frente a las dos caras de la moneda.

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Estigma
Roman d'amourHelen Ebbot está a punto de entregar su corazón a una hermosa mujer, que pude ser su salvación... o perdición. Sarah Cortés parecía diferente, era increíblemente atractiva y es deliciosamente peligrosa. Cuando conoce a Helen, una mujer tranquila, pe...