-No quiero esto- Había dicho Helen
Quería tranquilizarla, mirarla, hablar con ella y por último acostarse a su lado. Le había echado mucho de menos. Había soñado con ella todas las noches, había oído su voz, había sentido sus labios y percibido el roce de sus manos, y se había despertado con una sonrisa feliz. Y luego la había extrañado a muerte que la añoranza por ella casi le había devorado.
-¿Estás segura? – preguntó Sarah-. Esta noche no quiero discutir, ni por nada... - se interrumpió.
-Quédate tranquila – dijo. Se volvió a ella con una sonrisa -. Me alegro volver a verte. Pero deberás entender que no me siento completamente preparada para esto,
Sarah no podía creerlo. Se imagina que se pondría a saltar de alegría. Pero Helen parecía absorta en sus pensamientos. Distante. Durante su encuentro, Sarah la había mirado una y otra vez, ansiando un beso suyo y después una caricia. Pero en ningún momento se atrevió siquiera a rozar a su mano.
Sarah hizo una seña para irse. Helen no estaba muy dispuesta para acompañarla. Al final, Ebbot se despidió de su acompañante, quien parecía sorprendida pero no había protestado.
Sarah estaba feliz, pera la espina de la curiosidad ya se había instaurado en su pecho. Amelia por otro lado se había divertido.
***
La entrada de su casa no despertó muy buenos recuerdos. La última vez, había irrumpido en peor momento. En realidad, Ebbot ya tendría que haberse acostumbrado a eso, pero no lo conseguía. Seguí tan vivido como si el tiempo se hubiese detenido.
Cerró la puerta y sé quedó estática en el vestíbulo. No sería como la primera vez que estuviera en su casa. Sarah tenía que darse cuenta de los cambios. Y estaba segura que lo haría. Ella no tenía por qué proporcionarle ningún placer.
Que Helen le hubiera satisfizo tanto hacía surgir en sí un profundo sentimiento de conexión con ella. Había sido tan dulce cuando se había entregado a ella. Tan increíblemente dulce. ¿Cómo pudo haberlo ocultado? ¿Se trató todo de sexo? Sarah era así: dulce. Pero, en la vida cotidiana, nadie... podría haberlo imaginado.
-Supuse que esperar unas cuantas horas a que te llamase no era comparado a los dos meses que he esperado yo para tener noticias tuyas. – Se sintió aliviada al pronunciar aquellas palabras, a pesar de que iba arrepintiéndose de todas y cada una de ellas a medida que iban saliendo de su boca.
-Bueno, supongo que me lo merezco. – Se rindió – Lo siento, debía haber llamado hace tiempo, pero aún tenía miedo y en cierta medida un poco de temor.
-¿Ah, sí? ¿Para decirme exactamente qué? ¿Qué te estás yendo a la cama con una tipa? – habló en tono tranquilo
-Debo explicar eso...
Helen se puso rígida, pero aceptó.
-He sida una egoísta. – La voz de Sarah en medio del ruido de la noche, el viento, el bullicio de los de los animales. Extramente todo parecía estar en calma. – Sé que estas enfadada y tienes todo el derecho de estarlo. – Helen no sabía cómo contestarle y no tenía el valor para mirarla-. Dime algo, Helen – Parecía asustada -. Grítame, por favor. Desahógate.
Helen ya no estaba enfada.
-Ya no hace falta. – La miró de reojo un momento. Sabía que la estaba observando, esperando que dijese algo más, pero no tenía nada más que decir.
-Te debo una explicación – dijo
-No, no hace falta.
- He estado encerrada en mí misma, haciendo lo que creía que debía hacer – sus palabras sonaban afectadas y vacilantes -, que ni siquiera pensé en el modo en que esto podría estar afectándote.
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Estigma
RomanceHelen Ebbot está a punto de entregar su corazón a una hermosa mujer, que pude ser su salvación... o perdición. Sarah Cortés parecía diferente, era increíblemente atractiva y es deliciosamente peligrosa. Cuando conoce a Helen, una mujer tranquila, pe...