16

381 30 31
                                    

El sábado siguiente, se encontró nuevamente con Cristina para hacer las compras y tomar café. Tenía motivos para su encuentro, deseaba explicar la conversación que había tenido con Helen.

Sarah apagó su cigarrillo.

-Así que no estaba borracha, ni se ha olvidado de lo ocurrido y parece que le intereso más de lo que yo desearía.

-Bueno, en cualquier, caso no tiene aspecto de ser un capricho pasajero – dijo Cris -, y a ti también te gusta. Entonces, ¿Por qué no te dejas llevar? Por el amor de Dios, ten una aventura con ella y saca de una vez a la maldita de Emily de tu vida.

Sarah suspiró.

-Porque, Cris, ella tiene algo especial. Helen no es como Emily, y tengo miedo de que, si dejo que las cosas sucedan, se conviertan en algo muy serio para mí. Emocionalmente, no puedo confiar en mí misma en estos momentos, no estoy preparada para tener algo serio y con Helen no sería algo superficial... Por suerte, Emily está cerca para evitar que piensa en ella – encendió otro cigarrillo y echó el humo, mientras se reclinaba en la silla -. No voy a liarme con alguien de veinticuatro años.

Cris se rió.

-¡Vaya! Yo mataría por tener a alguien de veinticuatros años suspirando por mí.

Sarah también se rió y dejaron el tema.

***

Unos días más tarde, Sarah estaba revisando todo el trabajo en su escritorio. Era finales de septiembre y Alfredo se había tomado una semana de vacaciones, esperando poder disfrutar de los últimos días cálidos. Había supuesto que serían unos días tranquilos, pero parecía que, de repente, todos los clientes necesitaban explicaciones y presentaciones. Demasiado trabajo.

Por lo menos, Brenda había demostrado ser muy útil. Al principio Sarah pensó que podría contratar alguien con más experiencia. Sin embargo, tenía que admitir que a pesar de los inquietantes formalismos que usaba, Brenda está haciendo un buen trabajo. Siempre llegaba a su hora y, aunque no tenía las mejores facultades de asistente administrativo, basta con enseñarle una vez cómo para que captara todo rápido. Aún era un poco lenta con el procesador de texto para hacer las cartas y demás, pero las hacia y estaba mejorando. También había demostrado que era fiable para tomar los recados y para cuidar de todo cuando Alfredo y Sarah estaban fuera.

Sarah llamó a Brenda a recepción y le pidió que se pusiera en contacto con Helen Ebbot, por algún motivo también había desaparecido por una semana entera. La necesitaba y tenía que concertar una cita para discutir los nuevos cambios. Antes, Sarah habría llamado a Helen ella misma, pero ahora se sentía violenta e intentaba que las cosas entre ella pareciesen más profesionales.

Cuando Helen llegó, la puerta del despacho de Sarah estaba abierta y se quedó allí por un momento, embelesada, mirando cómo Sarah dibujaba en su bloc de notas al mismo tiempo que hablaba en altavoz con un cliente. «Dios, es preciosa». Pensó Helen, y notó que una dolorosa descarga de deseo recorrer su cuerpo.

Helen había estado fuera diez días, investigando. Necesitaba un descanso. En las últimas semanas, desde que su interés por Sarah se había transformado prácticamente en una obsesión, dormía mal y apenas comía. Fue con una amiga a pasear, se relajó y se lo pasaron bien. Trató de analizar sus sentimientos hacia Sarah de un modo más objetivo y, a pesar de que su amiga le aconsejó que se alejara de aquella mujer, Helen había decidido tomar las riendas de la situación: quería a Sarah y estaba dispuesta a intentarlo todo para conseguirla. Si al final no lo lograba, ya buscaría el modo de solucionarlo. Pero tenía que intentarlo. Así que se sentía como nueva y segura de sí misma cuando Brenda la llamó.

EstigmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora