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Sus intenciones no podían estar más claras. Se subió rápidamente a la cama y se quedó sentada mirándola con ojos inquisitivos. Puso una mano sobre la sábana que cubría su estómago. Como no protestó, ella se inclinó y le mordió un pezón. Amelia estaba completamente perpleja. Al cabo de unos segundos la tomó de los hombros y la apartó para pode ver su rostro. Amelía no parecía indiferente.

-Helen..., no sé si esto es una buena idea. Estamos trabajando juntas.

-Quiero hacerlo, quiero acostarme contigo. Y eso no será ningún problema para trabajar juntas, pero si ahora me echas de aquí, voy a tener un problema gordo contigo.

-Pero apenas nos conocemos.

De repente se rió, secamente, como tosiendo, como si estuviera teniendo un ataque de asma.

-¿Qué pasa? ¿No soy lo suficientemente sexy para ti? ¿Soy también demasiado joven e inexperta? - dijo mordaz recordando la actitud Sarah con ella.

Amelia negó con la cabeza intentando pensar en algo inteligente que decir. Al no contestar, ella le quitó la sábana y se puso a horcajadas encima de Amelia.

-No me he bañado, tengo una selva salvaje 'Down there' – dijo Amelia nerviosa

-¿Acaso importa?

« A mí... Sí». Pensó Amelia . Ya no era una adolescente, ni  era tan joven. Tampoco una vieja decrepita... Así que sí, le importaba verse bien. Al menos para... ¿Helen?

***

Cuando Amelia se despertó, Helen ya se había levantado. La oyó en la cocina haciendo ruido con la cafetera. Eran las siete menos algo. Solo había dormido dos horas y se quedó en la cama con los ojos cerrados.

No alcanzaba a comprende a Helen. Ni en una sola ocasión le había dado a entender, ni siquiera con una mirada, que tenía el más mínimo interés en ella.

«Maldición». Musitó.

- Buenos días – dijo Helen desde la puerta, incluso con una sonrisa.

-Hola – contestó Amelia. Abriendo levemente los ojos.

-Se nos terminó la leche, tendré que ir al super. Abren pasadas las siete.

Se dio la vuelta tan rápidamente que Amelia no tuvo tiempo de contestar. Ni si quiera la alcanzó a ver. La oyó ponerse los zapatos, tomar el casco y salir por la puerta principal.

Amelia cerró los ojos nuevamente. Acto seguido escuchó cómo la puerta se volvía a abrir, y un instante después estaba de nuevo en la puerta del dormitorio. Esta vez no sonreía.

-Es mejor que vengas a ver esto.

Amelia se levantó enseguida y se puso ropa. Durante la noche, alguien había tratado de abrir la cerradura. Además de eso, habían descuartizado a un pobre gato. Incluso, la moto de Helen tenía rastro de sangre.

***

Desayunaron en el jardín en silencio y sin leche para el café.

-¿Cómo estas? – le preguntó finalmente Amelia a Helen.

-Bien- Helen estaba consternada – Tortura y matar un gato inocente es salvajismo. Estoy segura que ha sido una advertencia. Sin embargo, si veo al maldito hijo de su madre que le hizo eso al gato... te juró que le reviento un palo en la jeta.

-¿Crees que se trata de una advertencia?

-Se te ocurre algo mejor?

-No. Tal vez solo sea una broma

EstigmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora