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-Ya que estamos todos aquí, celebremos una reunión – Dijo Sarah -. Punto uno del orden: tenemos que ponernos de acuerdo sobre lo de la contabilidad. Tengo media docena de cosas en mi mesa porque nadie más quiere hacerlas y todas están relacionadas con temas financieros, que odio tanto como ustedes. Llevamos demasiado tiempo posponiéndolo: estamos volviendo a crecer y volvemos a pagar a proveedores externos para que hagas este trabajo.

-De acuerdo, reunión sorpresa. O Sarah nos dejará trabajo en la mesa cuando no estemos – dijo Marcos, y añadió, imitando la voz de aguda de Sarah -: Marcos, sé buen chico y averigua si hay algún software que nos ayude a decidir si tenemos que alquilar o comprar el edificio.

Alfredo rompió a reír. Su profunda voz de tenor sonaba muy cómica. Sarah intentó fruncir el ceño.

-Esto es serio. No quiero hacer ese tipo de trabajo y ustedes tampoco, así que, ¿quién va a hacerlo?

Se hizo el silencio y entonces Helen dijo: - A mí me no miren.

-Contratemos a un director financiero – propuso Alfredo.

-Y a un contador – añadió Sarah.

Marcos intervino: - Propuesta presentada.

-La secundo – dijo Alfredo -. ¿Todos a favor?

-Sí – respondieron al unísono. Marcos chocó los cinco con Sarah.

-Y dejemos que Sarah se encargue de las entrevistas – dijo sonriendo Alfredo.

-Propuesta presentada – anunció Marcos.

-¿Todos a favor?

-¡Eh!, esperen un momento...

-¿Sí? – dijeron Helen, Alfredo y Marcos.

-Tenga cuidado con lo que votan, después no quiero quejas – espetó Sarah con voz siniestra.

-Te ayudaré a revisar los currículums – se ofreció Helen -. Podemos decirle a Brenda que sí llega alguno por Fax se lo dé directamente a Sarah – lanzó una mirada elocuente a Alfredo -, y no otra persona.

Choca eso cinco – dijo Sarah. Hizo chocar su mano con la de Helen mientras la risa iluminaba la cara. Helen sintió una oleada de satisfacción. Por fin era partícipe del buen humor de Sarah.

Todos los demás abandonaron la sala de reunión, mientras Helen y Sarah se quedaron coordinando la forma en como llevarían las entrevistas de trabajo.

Alfredo entró, echó una mirada a Sarah y dijo: - Se me olvidó que hoy he traído algunos dulces de chocolate de los que hace mi esposa.

-Lamento retirarme y no acompañarlos en su merienda. Tengo un juego de Zelda que debo terminar. – Helen se levantó de su sitio y se despidió de sus jefes.

Sarah asintió e inspiró profundamente. Alfredo observó como Helen se retiraba de sala y miró suspicazmente a Sarah. Sonrió con malicia.

-¿Qué? – dijo Sarah - ¿Tienes algo que añadir?

-Bueno, - susurró Alfredo con picardía -; has podido pasar un buen rato a solas con Helen,

-¿Qué quieres decir con eso? – Sarah, indignada, se volvió contra Al.

-Solo quiero decir que es posible que es mejor compañía una chica lesbiana que la mía heterosexual. – Alfredo tenía un aspecto extraordinariamente inocente.

EstigmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora