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Manuel Enrique Araujo imprimió un nuevo documento de confidencialidad que haría firmar a Saúl. Al volver al despacho de Helen Ebbot vio, a través del cristal, cómo la joven permanecía inclinada sobre el computador. Mantenía una conversación por el celular, acto seguido ella soltó una sonora carcajada.

Araujo no la había oído nunca reírse, a pesas de llevar años intentando ganarse su confianza. ¿Quién era la persona que estaba al otro lado de la línea? ¿Quién era esa persona que la hacía sonreír? ¿Ella no podía estar riendo con alguien más? Ese momento odió a esa persona con tanta intensidad que hasta él mismo se asombró. Se aclaró la voz al entrar por la puerta y le entregó una carpeta de plástico con el contrato.

***

-Bueno, ya ha ocurrido – dijo Sarah. Cristina la miraba expectante. En un inicio un poco conmocionada –. Helen se presentó en mi casa ayer por la noche y, bueno, todas mis decisiones se fueron al traste. Perdí el control.

Era un día cálido y luminoso. Sarah y Cris estaban sentada en una mesa al sol, en la terraza que siempre frecuentaban, estaban cerca de la acera, donde podían observar a los transeúntes. La calle estaba llena de gente que hacía sus compras y las mesas de la terraza estaban abarrotadas de gente que hablaba y reía animadamente. Se oía de fondo a los vendedores que competían a gritos unos con otros. «Vaya la papa, la papa, la papa soloma». Cantando con voz recia las ofertas de sus productos y animaban así a los comprobadores a dejar vacíos sus puestos antes de que recogieran para el fin de semana.

Sarah se sentía extrañamente desorientada y un poco sobrepasada. Tenía sensación de satisfacción y felicidad, el tipo de sentimientos que siempre había asociado alguna vez aquella persona que le dio seguridad. Aquel recuerdo que trató de sepultar.

Le daba miedo. La atracción que sintió por Helen se parecía más a lo que una vez sintió cuando conoció a Alexi, ella la había amado. No quería soportar otra perdida. Sarah nunca llegó amar a Patricia como había amado a Alexi. Tampoco lo esperaba: no era posible enamorarse tan profundamente de nadie más.

Un día tenía a Alexi en sus brazos, su prometida, su futura esposa y de pronto todo se había perdido. Ocho desde eso. Luego cuatro después de lo sucedido, Milena fallece. Sarah no estaba preparada para otra perdida.

Cristina había conocido a Alexis, cuando la que era amante de Cris trabajaba con Sarah. Sarah y Lex apenas llevaban juntas un año. Las cuatro se hicieron amigas y supuso un duro golpe para todas que, un año después, la compañera de Cris la dejara de pronto por otra mujer y se trasladara a vivir a Estados Unidos. Sarah y Lex fueron un gran apoyo para Cris y con el tiempo se unieron mucho.

De repente, un año después, la vida de Sarah se hizo añicos. El día después de celebrar su compromiso y su aniversario de dos años, Lex murió en un accidente. Todos los amigos de Sarah fueron un consuelo, pero fue Cris quien realmente la ayudó a rehacer su vida. Una tragedia tras otra, su hermanita falleció. Sarah no estaba segura de haber sido capa de supera los dos difíciles primeros años, de no haber contado con la amistad y el cariñoso apoyo de Cris. No hasta que conoció a Patsy Pat.

Sarah estuvo un rato sentada en su auto, luego que dejara a Helen en su propia casa. Pensó en lo que acababa de suceder. Solo una vez en la vida había estado en una situación similar. Fue con Lex, hacía unos doce años. Entonces, Lex y ella tenían la edad de Helen. Lex mantenía una relación que había empezado a los veinte años con una mujer diez años mayor que ella. A esa edad, Lex era demasiado joven para adquirir un compromiso tan serio como el que la unía a aquella mujer, pero como era la primera amante de Lex, ésta se había involucrada plenamente en la relación.

Entonces conoció a Sarah y para ambas fue amor a primera vista. Pero ni Lex quería herir a la mejor con la que vivía ni Sarah quería provocar una ruptura, así que, durante meses, se trató de un amor complicado y no correspondido. Una noche, Lex y ella se encontraron a solas y se besaron, igual que con Helen. Poco después de aquello, Lex dejó a la otra mujer porque ella y Sarah estaban desesperadamente enamoradas.

EstigmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora