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Sarah había conocido a Emily en una fiesta hacía un par de años. Se había fijado en una mujer alta y de aspecto atlético que la miraba sonriente durante un rato hasta que, Sarah se quedó sola. Encontró la ocasión de acercarse a ella y presentarse. A Sarah le fascinó su seguridad y sus modales francos, y que además fuese consciente de su atractivo sexual.

Emily coqueteó con ella abiertamente y le propuso que salieran juntas. Ella se rehusó cortésmente y le explicó que tenía una relación con Patsy Pat. De algún modo, eso no pareció enfriar el interés de Emily. Coqueteó con ella cada vez que se encontraban en cualquier punto de la ciudad. Nunca pareció importarle en lo más mínimo que Sarah tuviese pareja, tampoco desistió en intentar ser cercanas, insistí descaradamente en pedirle una cita, aún enfrente de Patsy Pat.

Desde que la conoció, todo el mundo le hablaba de su reputación de mujeriega. De cómo nunca había tenido o mantenido una relación seria.

Al menos era transparente en ese sentido. «Punto para ella». Pensó Sarah. Se decía de cosas malas de ella, que utilizaba el sistema de «usar y tirar».

A largo de velada, sostuvieron una agradable platica. La siguiente media hora, Sarah se dio cuenta de que disfrutaba de su compañía y le agradaba su insinuante coqueteo. Recordó que ahora era soltera y que, como había dicho Cristina, ya era hora de divertirse un poco.

Empezó a notar los efectos del alcohol que había tomado durante el día y de la falta de sueño de la noche anterior, así que decidió que ya era el momento de irse de ahí.

-Podríamos quedar para tomar algo un día de estos. O quizá para cenar – dijo Emily.

-Estaría bien – contestó Sarah sonriendo.

Se levantó para marcharse, pero de pronto, se sintió algo mareada. Dio un traspiés y se llevó una mano a la cabeza. Los fuertes brazos de Emily la rodearon sujetándola firmemente. En algún lugar de su confusa mente, Sarah era consciente de que le gustaba sentir los brazos de Emily a su alrededor. Los labios de Emily rozaron su mejía y notó una sensación que hacía meses que no sentí. Eran los primeros indicios del deseo. Se quedó entre sus brazos un poco más de lo necesario, antes de apartarse de ella.

Rechazó educadamente el ofrecimiento de Emily de llevarla hasta casa, logrando apenas retirarse con dignidad, llamó un taxi y se fue a casa.

Eran las once y media cuando entraba por el pórtico. Para su alivio, no había no rastro de Patsy Pat y una rápida ojeada le indicó que ya se había llevado sus cosas. Se había ido por fin. Echó una mirada a la cama aún deshecha en la que había dormido Patricia la noche anterior. La almohada tenía esa forma estrujada que le daba Patsy Par cuando la abrazaba durante el sueño.

El recuerdo de los momentos felices y el impacto del final de la relación, volvieron a golpearla. Las lágrimas salieron libremente y sollozó como una niña pequeña. Deshizo la cama y volvió hacerla con sábanas limpias de algodón. Se dio una larga ducha y pensó que mejor se tomaba las cosas con calma durante un par de semanas.

Emily Valladares le había parecido muy atractiva aquella noche, pero sin duda, necesitaba poner orden en su mente antes de empezar a plantearse en salir con alguien; tenía que hacer un montón de cambios en su vida.

«Un cachorro sería lo primero». Pensó mientras se metía en la cama. En cuestión de segundos estaba profundamente dormida. Y antes de dormirse completamente, el rostro de Helena surco su mente.

***

-Sarah, esto no puede ir en serio – dijo Marcos Hernández, ayudante interno. Tenía varias hojas de papel en la mano -. Dime que no.

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