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-No tengo ni idea de por qué no le gusto – dijo Helen –, pero lo noto. Me alegra que no tengamos que trabajar más estrechamente. Me dijo que quería revisar mi plan de acción, pero la verdad es que no creo que deba dárselo hasta que Alfredo lo haya aprobado. Después de todo, ella es la encargada de marketing.

Julia se sirvió más arroz. – Pueda que se sienta amenazada. Es una empresa pequeña y ella ha sido abeja reina durante un tiempo.

Ebbot reflexionó sobre ello. Supuso que era un simple caso de celos, pero, como Alfredo tenía a Sarah en tan alta estima, un motivo tan insignificante no parecía cuadra con alguien a quien él respetaba tanto. Claro que ella respetaba la opinión que Alfredo tenía de los demás, porque él también tenía muy buena opinión de ella, y se lo dijo, así que el razonamiento empezaba a ser circular. Sacudió la cabeza para librarse de la confusión.

-Puede ser. Tuve la impresión de que ella no me quería a mí para ese trabajo.

-¿Ella qué hace exactamente? – preguntó intrigada Julia.

-Marketing y algo de trabajo administrativo, básicamente. Trabajan con una gestoría externa, pero ella es la persona de contacto, aunque están hablando de poner a un contable en planilla. – Helen levantó la mirada de plato que se estaba comiendo. – Agradeceré la dinámica extra en la estructura de nuestra pequeña compañía. No estoy acostumbrada a empresas tan pequeñas.

-Pero te gusta, ¿no? – Julia, alarmada, levantó la mirada de los langostinos.

-Me gusta mucho – le aseguró Helen –. Otra ventaja es que el horario es muy flexible. Con Brenda hemos decidido divertirnos un rato. Es un sol, ¿sabías? Es una chica muy agradable.

-Igual que la mujer con la que estoy trabajando. Parece que el laboratorio ira bien, pero tendré que moverme hacia las rutas de los naranjos por un tiempo.

-Suena muy emocionante – dijo Helen – Alguna vez me gustaría acompañarte.

-Dentro de un mes haré mi primer viaje, tal vez puedas acompañarme. ¿Te lo vas a acabar?

Helen le tendió el plato y escuchó a medias cómo Julia le describía a varias mujeres en las que estaba pensando para que le ayudaran en su trabajo. La otra mitad de su atención se centró en la situación con Sarah. De hecho, Sarah no le había hecho nada que le resultara hostil. Sólo..., bueno, estaba el silencio. Ebbot la había visto con otras personas y sabía que, por algún motivo, no actuaba igual con ella. No era tan amistosa, tan cercana.

«Dale tiempo – pensó Helen –. No me hace falta tenerla comiendo en mi mano, pero estoy convencida de que podemos trabajar juntas.»

***

Helen se detuvo en el espacio que había entre los despachos. Había quedado con Alfredo para una reunión, pero, al parecer, estaba ocupado con Sarah.

-Sarah, ya sabes que les gusta desahogarte contigo. Una vez se hayan quedado tranquilos, no los volverás a oír hablar de esto. A mi pareció que estos procedimientos eran una buena idea...

-La palabra procedimientos es un poco suave, ¿no crees? Resuenan Advance por todas partes. Prohibición inmediata no es algo que acostumbremos hacer aquí.

-Ahora sí – dijo Al de manera cortante.

Helen se dio cuenta de que estaban discutiendo sobre los nuevos procedimientos de seguridad. Sabía que lo mejor era irse, en silencio, a algún sitio desde donde no los oyera.

«Quien escucha su mal oye», le decía su madre. Pero las siguientes palabras de Sarah la dejaron clavad en su sitio.

-Se te ha metido por los poros, ¿no?

EstigmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora