5

896 40 9
                                    

-Fabio, tengo que pedirte un favor... - dijo Helen – Renuncié.

-¿Renunciaste? ¿A qué? ¿A tus drogas?

-Tonto, no. Renuncié a Advance.

-¿De verdad? ¿Por qué exactamente?

-No quería involucrar a Enrique en mis problemas.

Fabio no dijo nada.

-Algún lugar en mente.

-Pues he visto unos cuantos lugares, pero no nada certero. Necesito que me ayudes al falsificar mis referencias.

-¿Es en serio eso de abandonar Advance?

-En realidad no quise, pero el trabajo que me han pedido requiere mantener un bajo perfil, lejos de cualquier vinculación con el acceso a la información.

-¡VAYA! – Espetó - ¿Y qué puedo hacer exactamente?

-La verdad, hay un trabajo como ingeniera en sistemas en una compañía de venta de software y necesito las credenciales necesarias para que me puedan aceptar.

-¿Podrías enviarme una captura del anuncio?

Ebbot tomó una fotografía y se la envió

- ¿Te llegó?

- Sí, y lo tengo justo aquí. La verdad, es que parece interesante. Es relativamente nueva está compañía. ¿Desde qué grado académico necesitas los papeles?

-Pues... nunca me gradué de la universidad... – vaciló un poco antes de continuar – ... que te digo, ni si quiera he asistido a ninguna. ¿Conoces esa sensación de fracaso? Pues me siento igual en este momento.

-¡Oh! ¿Fracasada? ¿Tú? Ja, no me hagas reír.

-Vamos, lo digo en serio. – Espetó con enfado Ebbot – Sabes, para mí es difícil admitir que mis padres tenían razón, y me da un poco de cosa decirlo tan abiertamente. «Ve a la universidad, es bueno para tu futuro.» Decían con insistencia.

-Los sermones del domingo en la iglesia son malos, pero los de los padres son los peores.

-No les recrimino nada, de todas formas, tenían razón en algún punto.

Ebbot vaciló un poco, no sabía cómo sentirse, a veces realmente lamentaba haber defraudado a sus padres, quizás era el único remordimiento que en verdad sentía.  Los había herido de la peor forma. Lo mejor que podía hacer era no volverlos a lastimar. Estaba empeñada en hacer lo correctamente. Ya llevaba cuatro años intentándolo y con su hermana a sus espaldas apoyándola, no se sentía completamente perdida.

-¿Leo, estás ahí? – susurró Fabio al verse ignorado por varios minutos.

-Sí, sí, sí. – respondió – Estaba pensando que para que sea más creíble podrías sacar un título de la nacional. ¿Podrás hacerlo?

- Eso será complicado, pero estoy seguro que Netscape te podrá ayudar.

-Claro, Netscape, el que tiene un yate en las Bahamas – Fabio resopló.

-Ya quisieras, no ganamos los suficiente, ni si quiera para comprar una hamburguesa en Comet, pero supongo que ser tú, podemos llegar aún acuerdo.

-¿Entonces lo harán?

-Claro, además parece interesante. «Promesa de grandes beneficios.» Espero que esos beneficios o al menos un quince por ciento de ellos terminen en mi cuenta bancaria. – dijo riendo.

EstigmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora