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Un día de la semana siguiente, sobre las nueve y media de la mañana, Sarah estaba sentada en el despacho revisando su agenda vacía. La semana anterior habían estado trabajando como locos para lanzar el prototipo para la campaña de Ink Advantage. Aun recordaba con cierto disgusto aquello.

Había que poner en marcha el proyecto de inmediato y Sarah tenía que trabajar y moverse rápidamente para seleccionar un equipo de técnico competente que la acompañasen en sus viajes. Alfredo, le había dejado en claro que Helen Ebbot debía de acompañarla. Era una buena trabajadora, pero aun había ciertas características de Helen que hacían dudar a Sarah.

Había algo en Ebbot que la hacía diferente del resto de mujeres heterosexuales con quienes había trabajado y ese algo tenía mucho que ver con el entorno empresarial en que se movía. Puesto que se había especializado en el proceso de datos, casi siempre en un entorno dominado por hombres.

Las mujeres con quienes solía trabajar Sarah eran todas muy parecidas entre sí; lucían la ropa perfecta, el maquillaje perfecto, la sonrisa perfecta y eran perfectamente superficiales. Siempre fue consciente de lo distinta que era de todas aquellas mujeres y, a consecuencia de ello, solía evitarlas.

Sin embargo, Ebbot parecía diferente. Era increíblemente atractiva; tenía el cabello oscuro y corto. Tenía los ojos de un café oscuro penetrantes, pero el rasgo físico que más le llamaba la atención eran sus labios. Unos dientes blancos y relucientes, y una sonrisa de impacto. Cuando comenzó a conocerla mejor, descubrió que tenía un tic consistente en esconder un poco el labio inferior, soltarlo y luego deslizar rápidamente la lengua por el labio superior primero y el inferior después. Aquel habito, llegó a fascinarle tanto que incluso se sorprendía a sí misma esperando que lo hiciese.

Además de sus atributos físicas, le atraía su actitud y su personalidad; era sincera y honesta. También era increíblemente inteligente y confiada muchísimo en sí misma, y ella sentía un enorme respeto por sus opiniones y sus cualidades profesionales.

***

Al cabo de una semana, el proyecto marchaba bien. Durante el primer mes se metieron de lleno al proyecto. En todas las oficinas de venta se sentían como prisioneras, obligadas a sonreír, a mostrarse educadas, a estrechar manos y a recopilar el máximo de información posible cada día.

La parte positiva era que Helen y ella se habían acercado la una a la otra casi obligatoriamente; convirtieron cada viaje en un acontecimiento especial, trabajan duro, pero siempre tratando de mantener la cordura. Odiaba los juegos de la venta, adoraba a Alfredo y no estaba absolutamente impresionaba por ningún hombre que dirigiese o hiciese llamar su atención.

Nunca se había apasionado tanto por un viaje y el proyecto distraía su mente, pero en ciertas noches tenía la costumbre de pensar que hubiese sido de ella, si hubiese seguido conviviendo con Patsy Pat, una horrible situación. Todavía la ruptura causaba ciertos estragos en su interior. Aún mantenía pendiente la cita con Emily.

Un domingo por la mañana mientras se encontraba en su sala disfrutando de su apartamento libre recibió la visita de Cristina.

-Bueno, ahora que estas libre podrás traer a cualquier mujer a esta casa – bromeó Cristina – Creo que darte una cama grande para que disfrutes, aunque tampoco deseo que te metas en líos.

- Vamos, no lo digas de esa forma. Se acabó mi vida social – le dijo con una sonrisa débil. – Con un a costón me es más que suficiente. La he vuelto a regar. – articuló llorando.

-No, no las has jodido. El único error que has cometido ha sido aguantar tanto tiempo la situación.

-Si es casi, sorprendente que lo hayas soportado durante tanto tiempo. –Cristina hizo un movimiento con sus manos para tratar de alejar aquellos pensamientos de su mente.

EstigmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora