capt 32

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Capítulo 32

Capítulo 32

-¿Y sabes cuáles son las más bonitas? ¡Las orquídeas!- Mara y yo estábamos sentadas recogiendo flores en el jardín trasero de la casa del señor con el bigote raro, el mismo que según papá estaba destruyendo Alemania.

-A mí no me gustan las orquídeas.

-¿Cuáles te gustan entonces?

-Las rosas.- Recordé el día en el que mi hermanito Tommy me regaló la rosa más bonita de todas. Me emocioné mucho porque Tommy no le regalaba nada a nadie, siempre estaba como en otro mundo, pero conmigo era distinto. Yo me sentí casi igual de unida a él que Bill, como si fuéramos una única persona.

-Pero las rosas son muy comunes...- Mara empezó a reírse y a seguir buscando más flores entre las hierbas. Ella y yo siempre nos habíamos llevado muy bien menos cuando estaba con Tom. Le gustaba llamar su atención y éste la correspondía con sonrisas y palabras que yo no comprendía. Tom y Bill ya eran tan grandes que dejaron de comportarse como niños para ser adultos (como decía mamá). Desde entonces todo había cambiado muy deprisa. Ya no jugaban conmigo sino que salían por ahí con Georg, Gustav, Mara y otros chicos y chicas más.- Cuando crezcas apreciarás los pequeños detalles como los de esta flor.- Mara sostenía en su mano una hierba sin ninguna flor, verde y simple.- ¿Hueles eso, pequeña?- Cerró los ojos y se acercó la hierba a la nariz.

-¿El qué?- Cerré los ojos y aspire el aire humedecido que olía a flores.- Yo no huelo nada.

-La vida, estás rodeada de ella pero estás tan acostumbrada a sentirla que ya pasa desapercibida para ti.- ¿La vida? Mamá siempre me decía que eso era lo único que nos hacía diferente de los humanos y lo que había que respetar como propio de ellos. Los humanos morían y nosotros estábamos destinado a existir para siempre...- Tú todavía eres muy pequeña para entenderlo.- ¡Que poco me gustaba que me dijeran eso! Todos a mi alrededor me recordaban siempre que era muy pequeña para entender ciertas cosas. Lo que no entendía era el porqué las niñas de mi colegio crecían y se hacían mayores y yo tenía que cambiarme cada año de escuela porque no lo hacía.

-¿Sabes por qué no crezco, Mara?- Mara me miró extrañada y luego sonrió de la misma manera que lo hacía mi madre y prácticamente en eso se había convertido. Cuando mamá salía ella me cuidaba y jugaba conmigo.

-Nuestro crecimiento es distinto al de los humanos. Ellos crecen por minutos, incluso segundos.

-¡¿Segundos?!

-Sí.- Rió.- Sin embargo, nosotros tardamos años hasta siglos en hacernos un poco más mayores.- Yo quería crecer, ser como Mara y que así Tom se fijase en mí también.

-Yo quiero ser igual de grande que mis hermanos y tú.

-¿Y perder todo lo que estás viviendo ahora? Cuando te hagas mayor querrás volver a ser pequeña.- Mara acarició mi pelo después de pedirme permiso. Mara era muy guapa, no me extrañaba que Tom estuviese enamorado de ella.

Entramos en casa del señor con bigote después de que una de sus criadas nos avisara. Iban a celebrar una fiesta por ser el cumpleaños del país o algo así. Las fotos del señor del bigote estaban por todos sitios en Hamburgo y cuando la gente lo veía gritaban “Viva Hitler” ¿Se llamaría así? Que nombre tan feo...

Él había tirado bombas por muchos países y los países enfados con él, nos tiraban bombas a nosotros. Mi amiga Hannah, una humana del colegio, dijo que ese señor quería echar a su familia de Alemania porque no había sitio en el país ¡Qué tontería si Hamburgo era muy grande! Lo malo fue que dos días después ya no vino más a clase, ni ella ni su hermano. Desde entonces ya no la había vuelto a ver más...

vinculo de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora