capitulo 8

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Capítulo 8

Capítulo 8

Salí corriendo del baño. Intenté no pensar como lo había hecho y el por qué, aunque de éste último podía hacerme una idea. La había matado en la universidad sin importarle que alguien entrara y le pillara. ¿Qué hubiera pensado esa persona?

Mientras corría, miraba hacía atrás. Ni siquiera se había molestado en seguirme para darme una explicación o para amenazarme para que no lo contara.

Entré en clase agitada. Ni siquiera me había fijado en que todo el mundo me estaba mirando. Algo obvio cuando la clase había empezado hacía un rato.

-Señorita Kaulitz, llega tarde.- El profesor había empezado la clase. Todos estaban sentados en sus mesas con sus respectivos corazones en frente.

-Perdón. No me encontraba bien.- Me disculpé. Era cierto, no estaba nada bien y no era por la carrera que había metido hasta la clase sino por el susto de verle allí, mirándome y sin inmutarse lo más mínimo.

-Tome asiento y que no se vuelva a repetir.- Dijo el señor Flitz.

-Gracias.- Empecé a subir las escaleras que me llevarían hasta mi lugar en que al lado me estaría esperando Mara.

Las miradas de todos se volvían a mirarme cuando pasaba por sus lados. Siempre había odiado ser la nueva en la escuela. La gente te miraba raro pero esta vez no era por ser la nueva sino por ser "hermana" de quien era.

Cuando me senté en mi sitio, Mara ni siquiera se dignó a mirarme, simplemente, seguía observando la pizarra en la que el profesor explicaba las funciones de cada parte del corazón.

[…]

Para mí, la clase transcurría muy lenta. El reloj que presidía el gran salón, no parecía moverse. El señor Flitz nos dijo que diseccionábamos el corazón como el había explicado antes y que si teníamos cuidado al cortar, la sangre que podía estar acumulada todavía dentro, no nos saldría disparada. Empecé por lo más obvio, abrirlo lentamente evitando cualquier fuga de sangre. Un dulce olor para mí ya familiar, inundó mis fosas nasales. Miré en la dirección que mis sentidos me decían y vi como a un chico le había salpicado toda la sangre en la bata blanca. Cuando lo miré, mi boca se hizo agua. La sangre ya no me parecía sólo un fluido que corría por mis venas, ahora lo necesitaba para vivir y no sabía si podría aguantar sin tirarme encima del chico.

-¡Señor, Robbins, por el amor de Dios! Vaya a cambiarse, muchacho.- El señor Flitz había mandado al chico a cambiarse de bata. Francamente dudé entre ir a por la bata y chuparla (aunque sonase realmente asqueroso) o quedarme con un hambre que no sabía si podría controlar.

-Frena el carro, tía. Se van a dar cuenta.- Mara me susurró al oído.

-Estoy bien es sólo que tengo un poco de hambre.- Me intenté tranquilizar.

-Ya lo veo. Intenta controlarte.- Me tendió un pequeño espejo y me hizo un gesto para que me mirara. ¡Mis ojos eran rojos! Como los de Tom aquel día que fuimos de compras. Miré a Mara asustada.- Es lo que pasa si no te controlas. Sé que es difícil, yo he pasado por lo mismo.

-¡Qué alegría, Kaulitz! ¿Necesita algo?- En la clase se formó un silencio sepulcral. Mara y yo miramos al chico que estaba en la puerta hablando con el profesor. Tom estaba ahí.

-Sólo venía a pedirle que si por favor podría salir Elizabeth un momento.- Un enorme escalofrío recorrió mi cuerpo al oírle mencionar mi nombre. Sus ojos se fijaron directamente en los míos. Ojalá el señor Flitz le dijera que no podía salir. Pero como siempre, la suerte nunca estaba de mi lado.

vinculo de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora