capt 37

107 12 0
                                    

Capítulo 37

Capítulo 37

By Lilith

Me sentía observada desde que salí de casa. A cada segundo mis pies se movían más rápido por la angustia. Lo sentía. Sentía como unos ojos ajenos se clavaban en cada unos de mis pasos. Más de una vez pensé en darme la vuelta y plantar cara a aquel o aquella que me estuviera siguiendo. Habría sido la solución fácil pero no lo hice.

No sería yo si optara por el camino fácil, incluso pensé en llamarlo a él para que viniera una vez más... Pero esto era distinto. Ya no se trataba de algo mío, se trataba de Shelly, mi querida Shelly. Era la vida de mi hermana la que estaba en juego. Vale, no era mi hermana pero la seguía sintiendo como tal. Todo este tiempo había pensado que estaba muerta. Me había torturado a mí misma por no sentir su muerte, la muerte de la única persona junto con mi abuela que había estado a mi lado siempre.

Entré en la universidad lo más rápido que pude para que dejar de sentirme así. Pronto me encontraría con Adam en la azotea de la universidad justo como habíamos quedado. Pese a todo, no podía dejar de sentirme nerviosa al volver a verlo. Las lágrimas que se acumularon en mis ojos al ver a Shelly no me dejaron observar a Adam con claridad. Si de algo estaba segura era que su voz no había cambiado y que sentía, igual que siempre, que debía protegerlo de alguna manera u otra. Este último sentimiento era absurdo. ¿Cómo sentía eso si Adam era uno de ellos y para colmo, tenía a Shelly?

Abrí la puerta de la azotea lentamente. Un acto que no estaba segura si quería llevarlo a cabo tan pronto sin pensar en qué le diría a Adam cuando lo viese. Había actuado demasiado deprisa sin prepararme para una posible trampa. No le había dicho nada a nadie de dónde iba y si me pasaba algo nadie lo sabría... Pero tenía que hacer frente a todo por mí misma. Tenía que demostrarle a mi familia que no necesitaba a nadie para que me protegiese y sobretodo, demostrarle a Tom que no lo necesitaba tanto como él pensaba.

Anduve hasta la barandilla y miré hacia abajo. Las azoteas me producían recuerdos que pensé tenerlos olvidados y sentimientos que nunca creí volver a tener...

Me subí al borde y tomé aire profundamente. Ahora o nunca.

-Huir es de cobardes.- Me giré rápidamente. Al lado de la puerta por donde había entrado, se encontraba un chico alto, moreno, con el pelo trenzado, con ropa ancha y un cigarrillo en la mano. ¿Cuánto tiempo llevaría ahí?

-Y fumar mata.- Una pequeña carcajada salió de su boca. Yo miraba hacia el suelo de abajo. ¿Todavía estaba a tiempo de tirarme? Sentí pasos acercándose a mí. Notaba su mirada clavada en mi cuerpo. Se situó dejado caer en la barandilla, que separaba la azotea de mi próxima parada.

-Lo que piensas hacer también mata.- Soltó el humo que retenía sus pulmones por la boca y se giró a mirarme.- Si lo vas a hacer, aprovecha. No hay mucha gente.- Tenía razón. Ahora no pasaba mucha gente y si lo hacía, no se convertiría en un espectáculo.

-Estarás pensando que soy una loca suicida.- Por primera vez desde que se había puesto a mi lado me giré a observarlo. Jamás había visto unos ojos tan atrayentes. Eran como si estuvieran pintados en su cara. Ni una muestra de imperfección en su rostro. Un escalofrío me recorrió el cuerpo. Podría pasar horas observándole.

-No, sólo pensaba que no merece la pena acabar con tu vida por un tío.- Y en ese momento la sangre se me congeló. Notaba que no tenía pulso y un pequeño mareo se apoderó de mí. ¿Cómo sabía eso? Por un momento se me nubló la vista y noté un fuerte golpe en mi espalda. ¿Me había tirado ya?

Cuando abrí los ojos, me encontré tirada encima de algo blando con mi desconocido salvador debajo mía.

-Lo...lo...siento.- Me levanté apresurada y me coloqué bien la ropa.- Dios, que vergüenza.- Me tapé la cara con las manos y me giré para no mirarlo. Creía que me había puesto roja.

vinculo de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora