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Capítulo 46



By Tom



La nieve caía silenciosamente sobre mi mano. No sentía el frío que contenía aquel copo de agua helada sobre mi piel, realmente, hacía mucho tiempo que había dejado de sentir cualquier cosa. Esto era lo que mi padre llamaba convertirse en un líder para nuestra especie, yo lo llamaba volverse completamente loco. Era eso lo que me estaba alejando de ella, era eso lo que me estaba volviendo un extraño para esa pequeña niña de pelo rojizo. Lilith hacía tiempo que no se acercaba a mí ni siquiera para saludarme.


Desde que se fue a Francia con mi madre, hacía ya dos semanas, el tiempo parecía no pasar nunca. Quería verla sonreír sin ningún motivo, hablar de lo bien que se lo pasaba con sus amigas humanas en el colegio y sentir sus débiles brazos intentar abrazarme. No pedía demasiado, sólo quería sentir su presencia cerca de mí aunque no la viese. Lo que no soportaría jamás sería alejarme de ella. Tenía la obligación de protegerla, de abrazarla cuando llorase,... Nadie me lo había dicho, no hacía falta. Desde el momento en que nació y sus ojos se clavaron en los míos, me hice esa promesa.


-¡Tom, ven rápido!- Bill alejó la imagen de Lilith de mi cabeza por unos segundos ya que no tardaría en volver. Su respiración estaba agitada, sus ojos desencajados y con un nerviosismo tan apreciable que no tardó en transmitírmelo.


-¿Qué pasa? Ya te he dicho que no pienso ir a ver la estúpida colección otoño-invierno de no se qué gilipollas.- Me volví e intenté pasar de él pero gracias a esa conexión intangible que existía entre mi gemelo y yo, no podía dejar de sentirme inquieto gracias a él.


-¡Es mamá, estúpido, ha llegado!- Bill me agarró de la mano y empezó a correr con la intención de que yo le siguiera, cosa que consiguió al arrastrarme literalmente.


Mientras lo hacíamos entre los enormes laberintos a los que nosotros llamábamos pasillos, un nudo se me formó en el estómago. Si mi madre estaba aquí después de su viaje a Francia, Lilith tendría que haber llegado con ella. ¿Por qué no la sentía? ¿Por qué no notaba mi sangre arder como cada vez que estaba cerca de ella?


Llegamos al gran recibidor y la escena que presencié no me gustó nada. Mi madre arrodillada en el suelo, con la cara tapada con las manos, dejando que sus llantos me crispasen los nervios. Mi padre la observaba con cara de profundo asco y con un enfado más que apreciable.


-¿Qué ha pasado?- Pregunté silenciando los gritos de mi madre, la cual me miró con expresión de miedo.- ¿Dónde está Lilith?- Que mi madre llorase a causa de mi padre no me sorprendía nada, lo que me mosqueaba era el no ver a mi hermana allí.


-¡Ella!- Mi padre gritó tan fuerte que retumbó en toda la casa. Su dedo apuntaba hacía su mujer y hermana, a la que una vez dijo amar.- ¡Explícales a tus hijos lo que le has hecho a mi hija! ¡Diles qué clase de demonio eres!


-¡Basta!- Mi madre se puso de pie y clavó sus ojos aguados en Bill y en mí.- Si lo he hecho ha sido para librarla de su destino, el mismo que tú, Jörg, le has asignado incluso antes de nacer.- Ahora sus ojos se centraron en mí mientras analizaban cada rincón de de mi mente en busca de aquello que yo no comprendía pero que ella siempre intentaba encontrar.- Ahora está libre de todos vosotros.- Sus pasos eran torpes y confusos, sin un sentido claro que llevar. Se estaba acercando a mí y yo cada vez me estaba poniendo más histérico. No me estaba gustando esta puta broma y sabía que mis nervios estaban a punto de desatarse.

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