capt 27

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Capítulo 27

 

Capítulo 27

 

 

By Lilith

 

 

Se suponía que ahora tendría que estar en mi casa, con mi madre y mis... bueno, hermanos, y en lugar de eso me encontraba en mi habitación de cuando era pequeña, sentada en el rincón más oscuro y escuchando los gritos de ira de mi querido hermano. Cuando pensaba en lo que pasó aquella noche me dolía todo el cuerpo recordando las patadas y puñetazos que me dio pero ese no era el peor dolor, el más agobiante y el que nunca desaparecía era ese instalado en mi pecho que no me dejaba respirar.

 

Había pasado un mes desde entonces. Pronto llegaría la vuelta a las clases y yo no me encontraba con ganas. Por un lado quería volver a ver a Bill, a Mara, a Andreas y a Adam y por supuesto, a mi madre y a Gordon. Necesitaba sus abrazos ahora que me encontraba tan perdida en mí misma. Por mucho que me repitiera que ellos habían querido verme muerta, no conseguía odiarlos o simplemente olvidarme de ellos.

 

Ahora estaba en casa de mi padre, el cual casi nunca estaba. Siempre estaba sola, comía sola, paseaba sola,... Aunque Rose, mi sirvienta personal, estuviese hablándome para que me distrajera, nunca lo conseguía. Yo no había abierto la boca desde entonces pese a las preguntas que me hacía mi padre cuando lo veía. Que quién me había hecho esto, por qué, y un sinfín de cuestiones que no quería recordar. Aunque mi padre insistiera, mi boca era incapaz de mencionar el nombre del autor de mis heridas que iban desapareciendo poco a poco. No podía decirle que Tom casi había estado a punto de matarme de no haber sido porque al final decidió clavarla en mi barriga. Desde entonces, me sentía vacía, peor que cuando los niños se metían conmigo por ser rara o por simplemente ser Elizabeth, todos me odiaban y las cosas no habían cambiado mucho.

 

Ya no sentía el vínculo que pensé que había creado con Tom, no sentía nada en mi interior que me hiciese comprender que él era mi hermano o que por algún motivo, estuviésemos conectados. Esa noche se perdió algo que me alejó de Tom a una velocidad inexplicable.

 

-Señorita.- La cara sonriente de Rose me miraba como siempre. La única muestra de interés de alguien hacia mí la tenía en ella, aunque fuese fingida.- ¿Quiere que vayamos a dar un paseo por el jardín? Hace un día maravilloso.- Se levantó y corrió las cortinas de los enormes ventanales que daban al balcón. Las luces del Sol penetraron en mis ojos hasta que los cerré con fuerza.- No puede quedarse encerrada en su habitación todo el día, tiene que salir y dejar que el mundo la contemple.- Quitó las sábanas de los espejos como cada vez que entraba, cuando se fuera los volvería a tapar.

 

-¿Quién va a querer verme?- Ella me miró con esos ojos tan maternales que tenía y se sentó a mi lado.

 

-Usted es un regalo, tan dulce, encantadora... tan distinta a los demás.- Su mano acarició mi pelo. Por muchas cosas bonitas que dijese de mí ambas sabíamos que eran mentira.

 

-¿Ha llamado hoy mi madre?- Quería escucharla como cada día pero hoy se estaba retrasando en llamar.

 

-No, aún no.- Se levantó y empezó a buscarme algo de ropa en el armario, ropa que me había traído Bill el segundo día de mi estancia aquí.- Pero hoy va a tener suerte, sus hermanos se quedan a cenar.- Mi cuerpo dejó de reaccionar, la mente se me nubló e incluso me entraron ganas de vomitar. Salí disparada hacia el baño y vomité. El dolor que se repetía una y otra vez en mi cuerpo se hacia más fuerte de sólo pensar en que lo volvería a ver.- ¡Señorita!- Rose me sujetaba el cuerpo mientras mi estómago se encogía para echar lo que había comido esta mañana, nada.- ¿Está mejor?- Me senté en el suelo del baño con la frente sudorosa.

vinculo de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora