capt 22

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Capítulo 22

Capítulo 22

Ahora era capaz de reconocerme en el espejo. La imagen que intentaba ver cuando me veía en él de pequeña. Una chica se alzaba desnuda ante mí. Sus piel era extremadamente pálida, su pelo dorado caía suavemente por toda su espalda y sus ojos eran como los de ellos. Aquel color miel que muy pocas veces había podido apreciar en su cara. Siempre el destructivo color de la sangre que nunca borraba de sus pupilas. Pero ahora podía mirarme en el enorme trozo de cristal y decir que era yo la que estaba allí, no una burda imitación. Sin embargo, mi cuerpo había cambiado tanto desde que me miré por última vez en este espejo. Antes, una niña rubia se ponía a jugar delante de él con sus muñecas, ahora, el juego se había acabado.

Mi regreso había sido esperado con ansiedad por todo los vampiros menos por él y eso era lo que más me dolía. Dejando a un lado todo lo que me había hecho siendo Elizabeth, era mi hermano por lo que cambiaban las cosas. Quería pensar que él desconocía que tras ese cuerpo frágil me encontrara yo pero no podía. Estaba claro que Tom lo sabía desde un principio, entonces, ¿por qué se había comportado así? Él había sido el causante de todo lo malo que rondaba por mi cabeza aunque también de muchas buenas.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo y con él, ganas de vomitar. Lo bueno y lo malo que había hecho por mí quedaba anulado por la atrocidad tan grande que cometimos. ¿Cómo había podido olvidarme de eso? ¡Éramos hermanos! Pero lo peor de todo era que él sabía que era yo y aun así lo había consentido.

Varias arcadas hicieron que fuese corriendo al baño y vomitara. Había roto una de las reglas primordiales que siempre me repetían cuando era pequeña:

“Nunca mezcles tu sangre con la de otro miembro de tu familia ni tengas una relación más allá de la familiar o las consecuencias serán nefastas.” 

Mi madre se encargaba de repetírmelo todos los días y yo había incumplido ambas. Nadie podría enterarse nunca de esto que habíamos hecho mi hermano y yo, la rebeldía contra unas reglas que no tenían que ser infringidas. Mi única justificación era el desconocimiento y ¿cuál era la de él?

Ahora Tom me daba más miedo que nunca. Mi verdadero yo nunca le había tenido miedo, siempre le había respetado por lo que era y por lo que representaba, pero ahora, al darme cuenta que era capaz de hacer barbaridades para conseguir a saber qué, el terror hacía que borrara todo lo bueno vivido antes con él. Toda esos sentimientos inexplicables se habían esfumado...

Varios golpes en la puerta de la habitación hicieron que me levantase de delante de la taza del inodoro. Cogí una sábana y me rodeé con ella el cuerpo para tapar mi desnudez. Tenía que aparentar normalidad o se darían cuenta de que algo no iba bien.

Giré el pomo de la puerta decidida y la abrí. Bill llevaba en las manos una bandeja con comida y ropa colgando del brazo. Su sonrisa seguía igual que siempre, deslumbrante y preciosa.

-Buenos días, dormilona.- Me aparté de la puerta y dejé que pasara. Su aroma no había desaparecido ni su simpatía y ese aura misteriosa que le rodeaba. Mi querido hermano...

Corrí hasta él sin importarme que la sábana se cayera. Lo abracé fuertemente y él no tardó en corresponderme. Me gustaba estar así con Bill, siempre lo había hecho. Me sentía protegida y segura a su lado.

-Buenos días.- Le contesté mientras pegaba mi cabeza a su pecho. No se escuchaba el latido de su corazón pero si se escuchase, sería el más bello del mundo.

-Echaba de menos estos abrazos.- De pequeños lo hacíamos. Me podía quedar horas abrazada a ellos sin moverme, sólo sintiéndolos. Nuestro abrazo se rompió para quedarse mirándome. Sus ojos, mis ojos, brillaban con fuerza y con una vida impropia de seres inmortales.- Te he traído algo de desayunar, tendrás hambre.- Fue hasta donde se encontraba la bandeja con el desayuno, cogió un vaso lleno de... sangre y me lo tendió.- Hace mucho tiempo que no bebes nada.- Mi primer vaso de sangre después de tantos años.

vinculo de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora