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Capítulo 52



By Lilith



Abrí los ojos lentamente, dejando que una luz cegadora me hiciese volver a cerrarlos. Reconocía el olor de donde me encontraba y la cama sobre la que estaba tumbada. No sabía de dónde provenía tanta claridad pero lo cierto era que no recordaba tener algo en mi habitación que proporcionase tal resplandor.


-¿Estás bien?- Su voz, su dulce voz, volvió a sonar en mis tímpanos como una suave melodía.


-Sí.- Le contesté casi como un susurro. De pronto, esos ojos fijamente mirándome, la sangre, el asqueroso olor de esa sangre...- Dime que ha sido una pesadilla.- Dije con miedo sin ni siquiera mirarlo a los ojos.


-Lo siento.- La voz de Nate se hizo débil, tanto como mi cuerpo por esa frase.- Lilith, hiciste lo que debías, no puedes torturarte por ello.- Una lágrima silenciosa se camufló en mi pelo.


Nate me había sacado de allí, había entrado en esa habitación del hospital como un héroe y me había traído de vuelta al infierno, junto al demonio. Su mano cogió la mía y la acarició con el pulgar mientras yo seguía mirando por la ventana, dejando que el Sol me cegara por completo. Un segundo... ¡El Sol! Me senté en la cama lentamente sin apartar la vista de la ventana, viendo los árboles que se asomaban por ella brillar como hacía tiempo.


-El Sol...- Dije para mí. Nate se levantó y fue en dirección al enorme ventanal de mi habitación. Echó a un lado la cortina, con lo que los rayos entraron con más fuerza.


-Nos han devuelto el Sol, Lilith.- No me lo podía creer. ¿Por qué lo había hecho? ¿Sería por lo que le dije? Quizá conseguí mover algo en el oscuro corazón de Markus, quizá se dio cuenta de esta estúpida batalla que librábamos desde tiempos inmemorables... ¿Por qué no me mató si era eso lo que buscaba?


Llevé mis temblorosos dedos hacía el todavía húmedo camino que había recorrido esa lágrima. Al mirarlos, vi que no estaban manchados de sangre, eran lágrimas de verdad, tan claras que incluso podía contemplar mi pálida piel a través de ella. El corazón se me encogió de un momento a otro bajo la atenta mirada de Nate. Volvía a recuperar esas lágrimas que no dejaban huellas en mi piel, lágrimas que desparecían para que nadie pudiese verlas, lágrimas sin ese color tan horrible...


La puerta se abrió y tanto Nate como yo miramos a la persona que entraba en la habitación a ritmo acelerado. Bill salió corriendo hacia la cama y en un visto y no visto, se situó a mi lado y me abrazó.


-¡Ah!- Chillé. Un dolor inmenso se instaló en todo mi torso, un dolor tan fuerte que me provocó incluso ganas de vomitar.


-Lo siento, lo siento, lo siento.- Dijo con cara de preocupación. Mi querido Bill me besó en la frente y me ayudó a que me tumbase de nuevo en la cama.- ¿Has visto, Lilith? ¡Tenemos luz de nuevo!- Bill empezó a dar palmaditas, tal y como hacía cada vez que se emocionaba. Aun así, podía ver en sus ojos tristes y apagados que sólo estaba fingiendo estar bien, al igual que yo.

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