capt 31

194 14 0
                                    

Capítulo 31

Capítulo 31

By Lilith

-En los humanos y en otras especies que utilizan la hemoglobina, la sangre arterial y oxigenada es de un color rojo brillante, mientras que la sangre venosa y parcialmente desoxigenada toma un color rojo oscuro y ópaco...- Me estaba entrando hambre y hacía tan sólo una hora que había comido. Las explicaciones de la doctora William me estaban despertando el apetito. Podría haberme saltado esta clase como hacía casi siempre pero se empezaría a extrañar si faltaba todos lo días.- ...Se considera que un adulto tiene un volumen de sangre de aproximadamente cinco litros, de los cuales tres son plasma sanguíneo.- El corazón, el corazón del bebé de la doctora no dejaba de latir y cada vez lo hacía más rápido. Estaba segura que no tardaría en dar a luz a este ritmo.- ¿Kaulitz, se encuentra bien?- Dejé de mirar su abultada barriga para mirarla a ella. Me observaba extrañaba desde enfrente de la pizarra digital.- No tiene buena cara.

-Pue... puedo ir al baño.- Notaba como mi sangre hervía y mis ojos cambiaban de color. Necesitaba ir a buscar a los chicos antes de que me lanzara a la yugular de cualquiera.

-Claro.- Un fuerte olor a sangre llegó a mí. Envolvió toda la clase pero como suponía nadie se percató salvo yo. Pasé por al lado de la doctora William y el olor se intensificó. No era el aroma de su sangre sino una sangre infantil, la del bebé.- ¿Pasa algo?- Me paré frente a ella y cogí mi móvil del bolsillo. Marqué el 112 sin pensármelo mientras oía como los latidos del bebé se volvían intermitentes y débiles.

-Necesito una ambulancia en la London Hight University, hay una mujer embarazada que está mal.- La cara de la doctora cambió en dos segundos. Ella no daba crédito a lo que salía de mi boca.

-¡¿Es una broma?!- Soltó los papeles en el escritorio claramente enfadada.- ¡No tiene gracia, Kaulitz!- Abrí los ojos desmesuradamente y miró hacia abajo. Por fin fue consciente de que algo no iba bien. Sus pantalones vaqueros se empezaron a manchar de sangre y por su color y olor, y según las explicaciones de ella minutos antes, “sangre parcialmente desoxigenada” y yo sabía que era del bebé.

-Relájese, la ambulancia llegará pronto.- Salí del aula ignorando los ojos asombrados de mis compañeros y los gritos de la doctora William llamándome.

Los pasillos estaban vacíos, no había nadie ni se escuchaba nada. Necesitaba encontrar a Harold y Fedrich antes de que me muriese de hambre o me volviese loca, lo que llegara antes. Anduve con paso lento mirando hacia todos lados. Hacía ya una semana que Bill había llegado a Londres y que recibí su mensaje. No le había dicho nada a Bill y él tampoco me había dicho nada de que él estuviese aquí. Aun así, yo volví a tener miedo, ese miedo como cada vez que sentía su mirada, con la diferencia de que no estaba. Mi mente estaba jugando conmigo pero tenía que reconocer que desde que recibí ese mensaje, me daba miedo estar sola. Allá donde iba, miraba a todos lados con terror a encontrármelo en cualquier parte.

Quizás lo que más me inquietaba no era eso sino que Bill no hablase de él. Era su gemelo, su otra mitad. Nunca había pasado más de dos minutos sin hablar de su hermano pero esta vez era distinto. No mencionaba nada relacionado con él y mucho menos había comentado la “posibilidad” de que él estuviera aquí o que viniera.

Su ausencia durante estos dos años me había reconfortado lo suficiente para hacerme más fuerte y, a la vez, una más de mi especie sin sentirme un bicho raro. Precisamente, esto último, era lo que más me había costado y avergonzado al mismo tiempo. Mi sed de sangre nunca cesaba. Era un continuo espiral que tan sólo se calmaba con sangre humana, pero no sangre de la que tenía en casa sino la que procedía directamente del cuerpo de un humano. El placer de sentir como su corazón latía bombeando la sangre hasta mi boca era algo maravilloso. Mis sentidos se agudizaban al máximo con cada trago. El poder que durante tanto tiempo había estado sometido a él renacía cuando la vida de una persona dependía de mí. Podría sonar alarmante, ni siquiera yo me reconocía las primeras veces, luego todo fue solo. Yo tenía poder para decidir si la persona que tenía ante mí moría o vivía. No hacía falta decir que yo jamás jugaría con la vida de nadie.

vinculo de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora