capt 33

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Capítulo 33

Capítulo 33

By Tom

Dos segundos, varios pasos, varias respiraciones y estaría allí. Sólo dos putos pasos me separaban de donde estaba, la sentía. Sin embargo, llevaba media hora metido en el coche después de haber llegado a la universidad. Había visto como todo los alumnos habían salido, incluso había podido distinguir a Emily y Oliver entre la multitud.

Lilith podía estar herida, desangrándose, gritando ayuda y aun así, yo era incapaz de sacar un pie del coche y ver qué había pasado. Mi incapacidad para salir era justificable. No podía imaginarme a Adam junto a ella, ni siquiera hablando. Y si mis sospechas eran las acertadas y ese hijo de puta le había hecho un mínimo rasguño, no sería consciente de mis actos... como siempre.

No estaba hablando de Adam o de un estúpido chucho. Esto se trataba de Lilith, sólo de ella. Nadie, absolutamente nadie, podía hacerle daño a una persona que se ha arriesgado por ti. Que te ha dado su sangre, que se ha enfrentado a toda su raza por ti, que ha entregado parte de la pureza que tenía...

¿Pero qué estaba diciendo? ¿No había sido eso precisamente lo que yo había hecho con ella?

Sí, todas y cada una de las cosas que al llegar a casa mi madre me recriminaba y por las cuales, lloraba. Veía como su hija sufría a causa de un monstruo sin corazón que la destrozaba poco a poco, lentamente,... hasta que de ella sólo quedase unos ojos apagados y lágrimas rojizas manchando su rostro.

Abrí la puerta deseando no encontrarme nada que me hiciera perder la cabeza. Una vez cerrada, ya no había marcha atrás.

Dos segundos, varios pasos, dos respiraciones y estaría allí.

Revolví la esquina que daba acceso al recóndito callejón de detrás de la universidad, donde la mayoría de los estudiantes se metían para follar, emporrarse o cosas varias.

-¡Señor!- Harold apareció corriendo de la nada, con gotas de sudor recorriendo su frente y los ojos desencajados.

-¿Dónde está?- Levanté un poco la cabeza para ver por encima de Harold pero no vi nada.

-Sígame.- Anduve tras él a paso lento. Cuanto más profundo nos adentrábamos, más fuerte era el olor a sangre. Frené en seco cuando escuché un leve sollozo, un gemido casi inaudible para cualquiera pero que yo había escuchado muchas veces.- Señorita.- Harold se agachó en el suelo tapándome lo que podría ser ella.- Su hermano está aquí.- El gigante que la protegía se puso de pie y se echó a un lado, lo suficiente para verla.

No parecía ella. Era un bulto en el suelo, sin forma, sin vida y manchado de rojo. Sólo se le podía distinguir parte de su pelo rubio casi blanco tapando su cara. A su lado, un cuerpo tumbado en el suelo y también bañado en sangre.

Su cabeza se fue levantando poco a poco de entre sus brazos agarrados débilmente a sus rodillas. Sus ojos alcanzaron los míos, unos ojos aguados y apagados. Eran los últimos que vi antes de irme a Nueva York, los mismos que me habían atormentado noche tras noche. Los ojos de una niña, de la Lilith de tres años que vino corriendo a mi cuarto cuando mató a Andreas. Tenía la misma cara, el mismo aspecto, y en realidad nunca había cambiado. Era una niña pequeña atrapada en el cuerpo de una chica de dieciocho años.

Volvió a bajar la cabeza y apoyó unos brazos temblorosos en el suelo humedecido de Londres. Cuando por fin consiguió ponerse en pie, después de amagos de caídas, dio un paso, un único paso que le sirvió para ponerse frente a mí a más de cinco metros de distancia.

Tomé mi segunda respiración honda, dí mi segundo paso y en lugar de ser yo el que estuviera ahí, fue ella. Llenó todos sus pulmones de aire y empezó a correr en mi dirección dejando que las lágrimas que salían de sus ojos flotaran en el aire por la velocidad. Pequeñas gotas minúsculas que se perdían entre las que estaban empezando a caer.

vinculo de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora