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Capítulo 53



By Tom



La puerta aún estaba cerrada. Notaba su presencia al otro lado y lo prefería así. Hoy no tenía ganas de verla y más, después de lo de ayer. Quizá me pasé un poco con ella, dejándola con las ganas de sangre pero tenía que hacerle entender lo insufrible que era esa sed.


Por la tarde, cuando había salido hacia el funeral de Rachell, Lilith había seguido metida en su habitación. Sólo esperaba que esto no le durase mucho y que tuviese una respuesta clara hoy o me volvería loco. No quería esperar más.


-Buenos días, Thomas.- Gretchen me había puesto el café delante con esa sonrisa que parecía que nunca se borraba de su cara. ¿Cuánto tiempo llevaría ahí?- ¿Ha pasado una mala noche?- Buena pregunta.


-Tal vez.- Por no decir que no había pegado ojo en toda la puta noche.


-Es una chica extraordinaria.- Levanté la vista del líquido negro de la taza. ¿Estaba hablando de Lilith?- Es preciosa y tiene una sonrisa de lo más encantadora.- Sí, eso ya lo sabía...- Aún no sé cómo llamarla. Es muy joven para decirle señora aunque esté casada con usted.- Casada. Debía acostumbrarme a ese adjetivo.


-¿Hablaste con ella ayer?- Gretchen movió la cabeza en señal de afirmación. Necesitaba saber de qué habían hablado, si Lilith le había sonreído...


-No mucho, simplemente del apartamento y poco más.- Me estaba ocultando información.


-Bu... Buenos días.- Una débil voz sonó en mi espalda. Lilith...


-Buenos días, señorita.- Gretchen le dedicó la más sincera de sus sonrisas, yo simplemente no me volví.- Le prepararé el desayuno.- Se puso manos a la obra mientras Lilith se sentaba en el taburete de al lado, con la cabeza gacha y tocándose nerviosa las manos.


Decidí pasar de ella y centrarme en tomarme el café antes de que se enfriara. Era un lujo que hacía tiempo que no me daba y es que beber sangre a 36º me estaba empezando a cansar. Sentía como el calor abrasaba mi garganta y me gustaba, era lo más parecido al dolor que hacía siglos que no sentía.


-Tom.- La miré de reojo cuando pronunció mi nombre. ¿Se había puesto roja?- Me gustaría ir a ver a Cintia al hospital.- Le di el último trago al café y me levanté del taburete de la barra de la cocina, a este paso llegaría tarde.- ¿Po... Podrías... esto... llevarme?- Por primera vez desde que llegó la miré a los ojos. Me mantuvo la miraba un par de segundos hasta que volvió a mirarse las manos.


-¿Por qué quieres ir?- Gretchen le puso el desayuno y había empezado a comer muy despacio como siempre hacía.


-Quiero ver a Cintia y saber cómo está el bebé.- Se quedó pensativa mirando las tostadas. Quizá se estuviese acordando de lo acontecido en el parto de Cintia. Ayer vi las marcas de sus colmillos en su muñeca. Siempre tardaban tanto en irse...

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