Capítulo 23: Habitación 325

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Pisé el acelerador y conduje rápido hasta el hospital. Cuando llegamos, pregunté a la recepcionista por mi madre:

- Acompáñeme, señorita. -dijo con expresión seria.

La señora nos llevó por un pasillo hasta la habitación 325, donde se suponía que estaba mi madre.

- Eh, tú, chico. ¿Quién eres? -dijo la enfermera cuando entramos en la habitación.

- Soy su novio. -dijo Cinco con seguridad.

- Pues no puedes pasar, solo la familia puede entrar. -dijo la enfermera. - ¿Eres tú la hija de la señora Williams?

- Sí -dije asintiendo.

- Pues acompáñame, cariño. - Dijo la enfermera mientras me pasaba el brazo por encima de mis hombros.

Yo miré hacia atrás para ver a Cinco una última vez y él me sonrió y me guiñó un ojo, cosa que me hizo sonreír.

Cuando entramos a la habitación de mamá, la vi en una camilla con heridas en la cara y enchufada a una máquina que pitaba al ritmo de su corazón.

- Mami... -dije susurrando mientras me caía una lágrima.

- Cielo, tu madre tiene muchas heridas y está sufriendo mucho. - Dijo la enfermera con cara de compasión. - Creemos que no sobrevivirá a esta noche, y si lo hace, sufrirá mucho porque las heridas que tiene son muy difíciles de curar. Hemos hecho lo que hemos podido, cariño. Pero la última palabra la tienes tú. Tú decides si quieres que tu madre viva sufriendo o muera sin sufrimiento alguno.

- ¿Han llamado a mi padre? -dije con un hilo de voz.

- Sí, cielo. Pero no coge el teléfono y necesito que tomes esta decisión ya.

- Está bien. Pero antes, ¿podría dejarme unos minutos a solas con ella?

- Por supuesto, te dejo 2 minutos. -dijo mientras salía por la puerta.

Me acerqué a la cama donde yacía mi madre y le cogí la mano. Ella abrió los ojos y dijo con una voz casi inaudible:

- T/n... mi amor... Cuídate mucho, mi niña. Y hazle caso a tu padre en todo lo que te diga. Espero que algún día encuentres a alguien que te ame y seas muy feliz. Te quiero, cielo. Siempre estaré aquí - dijo poniendo mi mano en mi corazón. - No lo dudes nunca, mi amor.

- Mami, mami, no me dejes, por favor. - dije llorando.

La máquina que registraba el latido del corazón de mi madre empezó a pitar y en la pantalla se dibujó una roja línea recta. Me derrumbé y apoyé la cabeza en el pecho de mamá mientras mis lágrimas surcaban mi cara sin parar. Me dolía la garganta y me picaban los ojos.

De repente, la enfermera entró a la habitación y me dijo muy triste:

- Cariño, tu madre ha muerto. Nos la vamos a llevar para hacerle la autopsia.

- Vale. - dije limpiándome las lágrimas. - ¿Hay noticias de mi padre?

- Lo siento cielo, pero sigue sin coger el teléfono.

- De acuerdo, gracias... -dije rompiendo a llorar.

- Lo siento muchísimo, cariño. No deberías pasar por esto tú sola. - Dijo poniéndome una mano en el hombro. - Tu chico está esperándote fuera.

Asentí y salí al pasillo. Vi a Cinco apoyado en la pared. Cuando oyó el sonido de la puerta al cerrarse, levantó la cabeza y me vio.

- T/n, cariño. Ven aquí. - Dijo abriendo los brazos. Yo corrí hacia él y me refugió entre sus brazos. - Eh, bonita, ya está. Shh, ya está. Estoy aquí, ¿vale? Siempre estaré aquí. - Dijo susurrando y acariciándome la espalda.

Yo rompí a llorar más fuerte. Mis lágrimas mojaban la chaqueta de Cinco, pero a él no pareció molestarle en absoluto y me abrazó más fuerte.

- ¿Y tu padre, T/n? - preguntó Cinco sin soltarme.

- No coge el teléfono. -Dije separándome de él y poniendo mis manos en su pecho. - Mi madre y yo siempre le hemos importado una mierda.

- Eh, T/n, mírame. -dijo alzándome la barbilla para verme la cara. - Seguro que sí que le importas, eres su hija. Solo lo habrán pillado en un mal momento y no puede coger el móvil. No te preocupes, lo buscaremos. Te lo prometo.

Juntos en el apocalipsis (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora