Capítulo 42: Hilos de colores

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Un día, cuando me desperté en la habitación de Cinco, él seguía durmiendo, así que bajé a la cocina para hacerme un café y allí estaba Grace.

- Hola, mami. -dije saludandola.

- Hola, hija. ¿Quieres tortitas para desayunar? -dijo ella con una sonrisa triste.

- ¡Vale! -dije sonriendo.

- Enseguida te las preparo.

Se puso a hacerme las tortitas y en eso bajó Cinco con el pelo revuelto.

- ¡Buenos días! Uy, Cinco, jajaja. ¿Tú te has visto? -dije riendo.

Grace se giró, me puso el plato de tortitas en la mesa y fue hacia Cinco para peinarlo.

- Cinco, ven aquí, anda. -dijo peinándolo con las manos.

- Ay, mamá. ¡Para! Jajaja, mami, para. Ya no tengo ocho años. -dijo él riendo.

Yo no podía parar de reír y Grace me dijo:

- T/n, hija. Más despacio o te vas a ahogar.

Yo me atraganté y empecé a toser mientras me reía.

- ¡T/n! ¡Respira! Jajaja -decía Cinco mientras reía.

Yo seguía tosiendo y mamá me empezó a dar toquecitos en la espalda para que dejara de toser. Cuando surtió efecto, le di un beso en la mejilla a Grace y me acabé las tortitas. Me levanté de la silla, besé a Cinco en la frente y subí corriendo las escaleras. Al llegar arriba me choqué con Luther y nos caímos al suelo los dos.

- ¡Hostia, Luther! Perdóname, no te he visto.

- Jajaja, no te preocupes hermana. -dijo tendiéndome la mano para levantarme del suelo.
Yo la agarré y él tiró de mí para ponerme de pie.

- Ah, T/n. Una cosa. Allison me ha dicho que te diga que vayas a su habitación.

- Vale, voy ahora mismo. ¡Gracias, Luther! -dije corriendo por el pasillo.

Cuando llegué a la habitación de Allison, toqué a la puerta y la vi sentada en la cama con un montón de hilos de colores.

- ¡Hola, Allison! -dije muy contenta.

- ¡Buenos días, hermanita! -dijo ella sonriendo.

Me senté en su cama de cara a ella y le pregunté:

- ¿Para qué es esto? -pregunté señalando los hilos.

- ¡Pues para hacer pulseras! -exclamó ella. He pensado que como hoy es un día triste ya que es el funeral de Ben, podríamos hacer algo divertido y se me ha ocurrido hacer una fiesta de pijamas en el desván. Para eso estoy haciendo las pulseras, ¿sabes? Y quería que me ayudases.

- ¡Que buena idea! -dije emocionada.

- ¿Me ayudarás a prepararlo todo?

- ¡Claro que sí! Venga te ayudo a hacer las pulseras.

Nos pasamos toda la mañana haciendo pulseritas para todos, incluido Ben.

- T/n, Allison. Tenéis que vestiros porque vamos a salir al jardín para enterrar a Ben en media hora. -dijo Diego entrando por la puerta.

- Vale. -respondimos Allison y yo al unísono.

Diego se quedó en la puerta mirándonos.

- ¡Diego! ¡Vete y cierra la puerta! -le gritó Allison.

- ¡Uy, perdón! -se disculpó él.

Allison me cogió del brazo y me llevó a su armario.

- Elige lo que quieras de aquí.

Yo miré toda la ropa negra que Allison tenía en el armario y elegí un vestido con falda de vuelo y manga larga.

- ¡Buena elección! -dijo ella.

- Gracias, Allison. -sonreí.

- No hay de qué, hermanita. Ahora corre, cámbiate. -dijo ella sonriendo.

Me fui corriendo al baño de su habitación y me cambié. Me recogí el pelo en una trenza y me coloqué bien el collar que me regaló Cinco. Salí y vi a Allison con otro vestido negro y ajustado con manga larga también.

- ¡Dios, Allison! ¡Estás preciosa! -dije al verla.

- ¡Gracias! Tú también. Ahora, ¡los zapatos! Mira, tengo estos tacones... -empezó a decir ella.

- Gracias, Allison, de verdad. Pero prefiero ponerme mis Converse.

- Pero son azul marino. Esas no. Mira, te regalo estas que son negras y no me las pongo. -dijo sacando unas Converse negras del zapatero.

- Jo, gracias. -dije cogiéndolas.

Me las puse y abracé a Allison antes de salir de la habitación para ir a la de Cinco. Toqué a la puerta y él me dejó pasar. Cuando entré, se estaba poniendo una corbata con dificultad.

- ¡Joder! ¿Quién inventó las putas corba...? -paró de hablar en cuanto me vio. -¡Wow, T/n1 ¡Estás muy guapa!

- Jajaja, gracias. Tú también. Ese traje te queda genial. -dije riendo.

- Sí, bueno. Pero no hay manera de ponerme la corbata. -dijo quitándosela.

- Ay, Cinco. Trae. -dije quitándosela de la mano. Se la puse mientras él me miraba sonriendo.

- ¡Listo! -dije dándole un golpecito en el pecho.

Él se rió y me besó tiernamente en la cabeza. Sonreí y salí de la habitación para ir a la de Vanya. La puerta estaba entreabierta, así que toqué suavemente con los nudillos y ella, susurrando, dijo:

- Pasa.

Entré y la vi llorando y abrazada a un osito de peluche amarillo.

- Eh, eh, Vanya. ¿Qué te pasa, hermanita? Ven aquí, anda. -dije abrazándola.

- Es que... es que no puedo asimilar que Ben... que Ben ha muerto. No, no. No puedo, T/n. -dijo con voz entrecortada.

- Vanya, escúchame. Ben ahora está en un sitio mejor y...

- No, T/n. No me entiendes. Ben y yo éramos inseparables y ahora... -dijo llorando más fuerte.

- Ahora me tienes a mí. Y a Klaus. Y también a Cinco. Nos tienes a todos, Vanya. A mí también me ha costado asimilar la muerte de Ben. Y la de mi madre también. Pero de la de Ben han pasado dos semanas. Y de la de mi madre ha pasado un mes. -dije dándole un besito en la nariz.

- Gracias, T/n. Gracias por los ánimos. Ya estoy  mucho mejor. -dijo secándose las lágrimas y  levantándose del suelo.

Yo me levanté también y la ayudé a elegir su ropa. Cuando se vistió le agarré la mano y bajamos juntas al jardín. Me encontré a mamá justo antes de salir.

- Hola, mami. -la saludé.

Ella me miró y estaba igual que el día que murió Ben.

- T/n, ¿te importaría  darme la mano? -me preguntó ella.

- Sí, claro, mami.

- Gracias, hija.

Juntos en el apocalipsis (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora