Capítulo 40: Eres la mejor

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Cuando llegué, subí por las escaleras de emergencia y vi a Cinco sentado en el bordillo de aquella terraza, con las piernas por fuera. Me acerqué a él y cuando estuve lo suficientemente cerca, me senté a su lado.

- ¿Qué haces aquí? -me dijo con un tono bastante cortante.

- He venido a despejarme. -respondí igual de fría.

Él me miró sin decir nada y luego volvió a girar la cabeza hacia delante. Sabía que tendría que disculparme con él, así que dije:

- Cinco, sé que he sido una idiota. Y no intento justificarme, pero cuando te dije que salieras de la habitación tan fríamente, no intentaba hacerte daño. Jamás lo haría. Ahora solo te necesito a ti. Y no quiero mandar a la mierda esto tan bonito que tenemos por una discusión tonta como la que hemos tenido.

Cinco se levantó y me tendió la mano. Yo la agarré y cuando tiró de mí hacia arriba para que pusiera de pie, me besó.

- Yo he sido un idiota también. Lo siento mucho, T/n. -dijo Cinco muy cerca de mí.

- Cinco... yo... no quería que te quedases en la habitación porque... tú solo mira esto. -dije levantándome la sudadera. Cinco no tenía ni idea de lo que yo escondía porque aunque hace un par de noches me quedé casi desnuda con él, la luz estaba apagada y no se me vio nada.

- ¿Qué cojones T/n? ¿¡Desde cuándo te cortas!? -dijo Cinco tocándome uno de los cortes de mi barriga.

- Desde que murió mamá. -dije llorando.

- Ay, T/n. ¿Por qué lo haces, cariño?

- Porque es la única forma de olvidarlo.

- Pero, T/n, bonita, sabes que estoy aquí. Que nunca te voy a faltar. No lo hagas, ¿vale? Si te sientes mal solo dímelo e intentaré arreglarlo. Lo prometo.

- Es que... es que cuando estoy contigo soy muy feliz, Cinco. Y te veo tan feliz que no puedo decirte que no supero la muerte de mi madre. No quiero que tú te deprimas por mi culpa. -dije poniendo mis manos en su pecho.

- T/n, bonita. Yo seré feliz cuando tú lo seas. Y si tengo que estar triste porque tú lo estás, lo estaré. No te tienes que preocupar por mí.

- Ay, Cinco. Te quiero.

- Yo también te quiero.

Él me besó y yo le seguí el beso. Nos teletransportamos a la academia y nos metimos en su habitación para estar más tranquilos. Seguimos besándonos y yo le quité la camiseta a Cinco. Él me hizo lo mismo, aunque sabíamos que no podíamos hacer nada. A mí me gustaba lo que estábamos haciendo y él parecía disfrutarlo también. Cuando nos quedamos en ropa interior nos metimos en la cama y seguimos besándonos, pero no hicimos nada más.
Cinco estaba encima de mí besándome el cuello y yo lo estaba agarrando por la espalda.

- Eres la mejor. -dijo acercándose a mi oído.

- Y tú me haces sentir lo que nadie me ha hecho sentir nunca.

Cinco se tumbó a mi lado y me abrazó por la cintura. Yo me giré para quedar frente a él. Cuando me giré, él estaba tan cerca de mí que me puso muy nerviosa. Cinco lo notó y dijo susurrando:

- ¿Acaso te pongo nerviosa?

- No te emociones, Cinco Hargreeves. Además, mañana tendremos que borrar las grabaciones otra vez.

- Joder, es verdad. Oh, tengo una idea. Cuando volvamos a hacer algo así como lo que hemos hecho podemos irnos al desván.

- Pensaba que nadie sabía lo del desván. -dije sorprendida.

- Jajaja, no. Todos subimos allí. Lo que pasa es que Klaus no se ha dado cuenta. -me explicó Cinco.

- Tendré que decírselo. Pobrecito, cree que es su refugio. -dije haciendo pucheros.

- Jajaja, supongo que deberías. Pero hazlo mañana. Ahora vamos a dormir, ¿vale? -dijo Cinco dándome un besito en la nariz.

- Vale. -susurré besando su frente con cariño.

Me dormí soñando con que volvía a ver a Ben. Me dijo que no era necesario buscar venganza, pero a mí me dio igual y fui a la comisión. Cuando llegué allí, me desperté.

Juntos en el apocalipsis (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora