Capítulo 37: Sé feliz, estés donde estés

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  Nos quedamos mirándonos a los ojos y de repente escuchamos la sirena de un coche de policía.

- Agnes lo ha hecho bien. Ahora solo queda que no nos pillen.  -dijo Cinco agarrando mi mano y empezando a correr.

Corrimos hasta llegar a la academia, pero cuando llegamos no había nadie todavía. Era un poco raro, pero no le dimos importancia. Subí arriba para ducharme y ponerme el pijama. Cuando salí de la ducha, me puse el pijama y escuché a Cinco hablando por teléfono y llorando.

- ¿¡Qué!? -dijo él llorando. - No, Diego. Más despacio, haz el puto favor de hablar más despacio.

- Cinco, ¿qué pasa? -dije poniendo una mano en su hombro.

- ¡Putos cabrones de mierda! -dijo él llorando a mares.

- ¡Cinco! ¡Cuéntame lo que ha pasado, joder! -dije yo enfadada.

- Espera, T/n. Diego, ¿dónde estáis? Vale. No. Sí, yo se lo cuento, no te preocupes. Sí. Vamos para allá. -dijo Cinco hablando por teléfono con Diego.

Cuando colgó me abrazó y enterró la cabeza en mi cuello. Yo empecé a acariciarle el pelo. Gesto que me recordó cuando nos conocimos en el apocalipsis. Me levanté a traerle otra camiseta y unas toallitas húmedas para limpiarle la cara llena de sangre. Él no lo sabía pero me temblaban las manos y estaba muy nerviosa, pero intentaba ocultarlo lo mejor que podía.

- ¿Qué ha pasado, Cinco? -pregunté tirando la toallita a la basura.

Él  se cambió la camiseta y me hizo un gesto para que me sentara en el sofá junto a él. Lo hice y mirándome con los ojos verdosos y las lágrimas cayendo por su cara, dijo:

- T/n... T/n, cariño. No te desesperes, ¿vale? Ben... Ben ha... Ben ha muerto. Joder, T/n.

- ¿¡Q-q-qué?! ¡No! Cinco... ¿qué le ha pasado? -dije con un hilo de voz.

- Ha sido por nuestra culpa, T/n. Los capullos que hemos matado en la cafetería eran de la puta comisión. Como nosotros los hemos matado a ellos, los de la comisión nos han quitado a Ben.

- ¡Hijos de puta! -grité llorando. - ¡Cabrones de mierda!

- T/n... -empezó a decir Cinco.

- No te atrevas a decirme que me calme, Cinco. Ni se te ocurra. -le advertí. - ¿Esos hijos de puta nos han quitado a nuestro hermano y nos vamos a quedar de brazos cruzados? ¡No!

- Tienes razón. Vístete y vamos con los demás. Están en el hospital.

- No quiero vestirme. -dije escondiendo mi cabeza entre mis piernas.

- T/n, vamos a decirle adiós a Ben. Se lo merece, cariño.

- ¡No! ¡Me niego a ver cómo han dejado a mi hermano esos capullos! -dije cabreada.

- ¡Joder! ¡T/n, me cago en todo! Vamos. -dijo Cinco tirándome del brazo.

- ¡Que no! -dije soltándome.

Cinco se fue y después de dos minutos bajó con una sudadera negra que era suya y unos pantalones de chándal que también eran suyos.

- Póntelo. -me dijo muy serio.

- No. -respondí rotundamente.

- Que te lo pongas.

- Que no.

- Que cabezona eres, T/n. Póntelo ya o lo haré yo.

- ¡Vale! Pues vete de aquí y me cambiaré.

Me arrepentí de decirlo en cuanto lo dije. A Cinco le dolió lo que dije porque hizo una mueca y salió del salón con la cabeza gacha. Me cambié y él sin siquiera mirarme abrió la puerta y salió él primero. Yo me quedé de piedra. Ya la había cagado, como siempre. Total, me merecía que Cinco estuviera así de frío conmigo. Después de todo, él solo quería ayudarme. Él, sin esperarme se teletransportó y yo hice lo mismo a toda prisa. Llegué a la habitación donde estaba mi familia justo después de Cinco. Los vi a todos llorando. Vi a Diego sentado en una esquina con la cabeza entre las rodillas, también vi a Grace y Reginald abrazados. Ella lloraba, él no. Allison y Luther estaban igual, pero en este caso los dos estaban llorando. Klaus estaba sentado en una silla con la mirada perdida y Vanya estaba a su lado cogiéndolo de la mano. En cuanto Vanya me vio se levantó de la silla y corrió a abrazarme.

- T/n, unos tíos han empezado a dispararnos en el centro comercial y han matado a Ben. -dijo llorando.

- Lo sé, Vanya. Vengaré a Ben, te lo prometo.

- Vale. Espera, ¿¡qué!? -dijo soltándose.

- Te lo explicaré todo, ¿vale? Pero ahora no. -prometí.

- T/n... -dijo Klaus viniendo hacia mí. -Hermanita, nos lo han quitado. Esos hijos de puta nos lo han quitado.

Me abrazó y yo le susurré al oído, poniéndome de puntillas:

- Klaus, tengo un plan. Deja que vea a Ben y cuando lleve dos o tres minutos llorando y mirándolo di que si te quiero acompañar a por un café. Y dile a Vanya que se apunte también.

- Vale. -respondió él.

Yo pasé al lado de Grace y le cogí la mano. Ella se agachó y llorando, me abrazó. Reginald le puso una mano en el hombro y dijo que todo iba a salir bien. Cuando me separé de Grace fui a la cama donde Ben estaba y lo cogí de la mano.

- Ben, hermano. Te quiero. Te quiero mucho y siempre lo haré. Jamás dejaré que nadie les haga daño a los demás. Te lo prometo. Si muero, lo haré salvando a esta familia. Ahora estarás en un sitio mejor. Me alegro mucho por ti, hermanito. Sé feliz, estés donde estés.

Solté su mano y me sequé las lágrimas con el puño de la sudadera de Cinco, que olía a él. Me reconfortó, aunque yo sabía que tendría que arreglar lo que hice mal. Todavía no sabía cómo lo iba a hacer, pero le prometí a Cinco que siempre estaría para él.

Juntos en el apocalipsis (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora