Capítulo 43: Fiesta de pijamas

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Estaba lloviendo cuando mamá y yo salimos. Yo cogí dos paraguas negros. Uno para ella y otro para mí. Ella me lo agradeció dándome un beso en la mejilla. Luego, se soltó de mi mano y fue a abrazar a Reginald. Él la recibió cubriéndola con el paraguas y acariciando su cara.
Yo me fui a donde estaba Cinco, que me metió dentro de su paraguas y me abrazó. Pogo, el mayordomo (que era un mono), salió con el féretro de Ben en brazos y lo dejó fuera para que le dijéramos adiós a nuestro hermano por última vez. Primero fue Luther, luego Diego, después Allison, a continuación Klaus, detrás fue Cinco, después de él fue Vanya y por último yo.
Dejé la pulsera que le hice a Ben anudada al asa del féretro y dije:
- Te echaré de menos, Ben. Te quiero muchísimo.
Rompí a llorar y fui con Cinco para que me abrazara, pero él también estaba llorando. Me agarró de la cintura y me pegó a él. Yo lo abracé por el cuello y así nos quedamos. Notaba como su pecho, al igual que el mío, subía y bajaba rápidamente. Me solté y vi como Reginald ayudaba a Pogo a enterrar el ataúd. Reginald lo ayudaba con su cara indiferente de siempre a echar la tierra en el agujero. Miré a mi izquierda y vi a Allison y a Luther abrazados. Luego, miré a la derecha y estaban Diego y Vanya agarrados de la mano y Klaus, que no llevaba paraguas, llorando mientras se mojaba. Cuando el ataúd ya estuvo enterrado, Cinco me agarró de la mano y fuimos juntos adentro. Los demás nos siguieron y nos dirigimos al comedor para cenar.
La cena fue triste, porque yo estaba acostumbrada a molestar a Ben, que siempre se sentaba a mi lado y ahora ya no podía. Su sitio estaba vacío y frío. No podía ni mirarlo porque me ponía enferma. No comí nada, a pesar de que Grace había preparado uno de mis platos favoritos. Ella estaba destrozada. Me dio muchísima pena verla así. Así que me prometí a mí misma que buscaría justicia para mi hermano.
Cuando acabamos de cenar, los hermanos Hargreeves nos reunimos en el desván y Allison nos puso las pulseras que hicimos por la mañana a cada uno de nosotros.

- Wow, ¡son preciosas, chicas! -dijo Klaus.

- Gracias, Klaus. -dijo Allison.

Cuando todos nos sentamos, Klaus se levantó y nos mandó callar con un gesto.

- Bueno, chicos. Como habréis podido notar, hace ya una semana y media que no bebo. T/n me ha ayudado a dejarlo para así poder hablar con Ben. Y hoy es la gran noche de intentarlo. -dijo sonriendo.

- Espera, espera. ¿Vas a invocar a Ben? -preguntó Diego.

- Sí. Así todos podremos decirle lo que sentimos. 

- ¡Eso es genial! -exclamó Vanya.

- Klaus, hazlo ya. -dijo Cinco impaciente.

Klaus se puso a ello y cuando por fin lo consiguió empezó a hablar:

- ¿Ben? ¡Ben! ¡Soy yo, Klaus!

- ¿Klaus? ¿Está Ben ahí? -pregunté nerviosa.

- Sí, T/n. Está aquí. -respondió.

Yo me levanté y corrí a abrazarlo.

- Klaus, ¡lo has conseguido! Te quiero. -dije mientras lo abrazaba.

- Yo también te quiero, enana. -me respondió.

Yo me solté y le pedí a Klaus que me dejase decirle algo a Ben.

- Te escucha, T/n. -dijo convencido.

Yo asentí y me coloqué justo en frente de donde Klaus me dijo que estaba Ben.

-  Ben... Ben, tu... Tu m-muerte... tu muerte ha sido mi culpa. -empecé a decir sin poder controlar las lágrimas.

- Eh, eh. No, T/n. También es mi culpa. -dijo Cinco acercándose a mí y rodeando mi cintura con sus brazos.

- Bueno, sí. Nuestra culpa. -dije señalándonos a Cinco y a mí.

Luego, le conté al espíritu de Ben lo que causó su muerte mientras lloraba. Cuando acabé, Klaus me dijo que Ben me dijo que no tenía importancia, que tenía que intentar proteger a la familia y que me quería.

Después de mí, fueron todos mis hermanos. Cada uno diciendo algo distinto. Pasada una hora, dejamos la tristeza de lado y comenzamos a divertirnos. Jugamos al armario del amor, donde básicamente tienes que encerrarte en un armario a oscuras con la persona a la que apunte una botella después de que la gires. Yo empecé y, por suerte, me tocó entrar al armario con Cinco. Allí dentro, él se acercó mucho a mí y me besó. Comenzamos a besarnos intensamente y él me empujó contra una de las paredes del armario. Se escuchó un golpe y Diego, con un tono de sarcasmo, dijo:

- Oye, ¡que corra el aire!

Nosotros nos reímos y Cinco empezó a besarme el cuello con cariño. Y, justo en el mejor momento, Klaus abrió la puerta y riendo, dijo:

- ¡Se acabó el tiempo!

Cinco y yo nos separamos riéndonos y fuimos juntos a sentarnos. Muchas parejas distintas entraron al armario, pero Cinco y yo decidimos respetar nuestra relación y no besamos a nadie.

Nos tocó a Klaus y a mí como última pareja y allí dentro hablamos de lo que yo había hecho con Cinco en el armario y él me dio un consejo para cuando lo hiciéramos de verdad. Yo me reí y le dije que tendríamos que animar un poco la fiesta con bebidas. Él sonrió, me abrazó y dijo:

- Que suerte la de Cinco al tenerte como novia.

Yo sonreí y contesté:

- Tú también tienes suerte al tenerme como mejor amiga. Y yo igual.

Salimos del armario cuando el tiempo se cumplió y decidimos que nos íbamos a beber una botella de Vodka entre los 7. Pero no. Primero una botella, luego dos, tres y así hasta cuatro botellas que nos bebimos. Todos íbamos ciegos de alcohol y decidimos dormirnos antes de hacer ninguna tontería. Yo me acosté en una manta con cojines que había en el suelo y Cinco se durmió a mi lado.

Juntos en el apocalipsis (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora