Nos vestimos y bajamos a desayunar. Todos estaban en la cocina y cuando nos vieron llegar, Klaus se levantó y fue a por Cinco. Lo cogió de la corbata y le dijo:
- Espero que cuando hable con T/n me diga lo mismo porque si no, te mataré.
- ¿Qué demonios estás diciendo, Klaus?-dijo Cinco confundido.
- ¿Te dio su consentimiento para lo que hicisteis anoche?
- ¡Pues claro que sí, idiota! Yo jamás le haría daño.
- Está bien. Perdona, hermano. -dijo Klaus abrazándolo.
- Ay, Klaus. Quítate. -dijo Cinco apartándose de él.
- Sigues igual de amargado, ¿lo sabías?
- Ajá.
Klaus volvió a por mí y me puso su mano alrededor de mi hombro.
- T/n, anoche Cinco no te obligó a hacer nada, ¿no? -me dijo muy serio.
- Claro que no.
- ¿Segura? -dijo mirándome a los ojos. Estaba drogado.
- Segura. Oye Klaus, ¿no habías dejado ya lo de las drogas? -le pregunté acariciando su cara.
- Sí, pero cuando te fuiste todo fue una mierda. -contestó con lágrimas en los ojos.
- Pero ahora estoy aquí. Te ayudaré a dejarlo, ¿de acuerdo?
- Sí, hermanita.
Me separé de él y fuimos a desayunar. Todos reíamos y bromeábamos pero Diego no. Yo me sentí mal y me prometí a mí misma que hablaría con él antes de que acabase la semana porque era mi hermano y me importaba. Y no iba a dejar que la tontería por la que discutimos nos separase. Él siempre había estado allí para mí y seguiría estando. Al fin y al cabo era mi hermano.
Cuando acabamos de desayunar, todos los Hargreeves quedamos en el desván para jugar a juegos de mesa, hablar de cotilleos y comer donuts de los que hacía mucho que no comíamos. Yo le dije a Cinco que iría con Diego a por los donuts porque necesitaba hablar con él.
- Vale, pero vuelve rápido, ¿sí, bonita? -dijo Cinco.
- Sí, cariño. Te veo luego. -dije dándole un beso en los labios.
Me teletransporté a la habitación de Diego para decirle que me acompañara. Al principio se negó, pero conseguí convencerlo. Salimos de la academia y Diego dijo:
- Sé que has querido que te acompañe para que pudieras hablar conmigo sin que Cinco se entere.
- No es para que Cinco no se entere, eso me da igual. Solo quiero hablar contigo, Diego. Siento como me he puesto contigo esta mañana. No debí haberte hablado así. Lo siento. Y quiero que las cosas vuelvan a ser como antes. -dije parándome en seco.
Él se paró también y me dijo:
- T/n, no va a volver a ser como antes. Ambos recordaremos que me molestó que perdieras tu virginidad con Cinco y no conmigo y será incómodo.
- No, Diego. No tiene por qué serlo. Yo ya lo he olvidado y tú deberías hacerlo también. Te quiero muchísimo y eres mi hermano, pero Cinco es mi novio. -dije yo acariciando su mejilla suavemente.
Él colocó su mano encima de la mía y sonrió.
- Vale, todo olvidado, ¿sí? -dijo sonriendo.
- Perfecto.
Él me rodeó los hombros con su brazo y fuimos a por los donuts charlando alegremente. La verdad es que estaba muy contenta de haber arreglado las cosas con Diego. Cuando llegamos a la cafetería, estaba totalmente llena y entonces, vi a Agnes. Salté la barra y la abracé muy fuerte. Ella lloraba y a mí se me saltaron las lágrimas. Me separé de ella y Agnes me puso su mano en la mejilla y dijo:
- Ay, T/n. ¿Por qué no me cuentas las cosas, hija?
- ¿Qué cosas sabes, Agnes? -le pregunté confundida.
- Sé que tu madre murió y que ese de ahí no es tu novio, ¿no es así? -dijo ella mirándome con cariño.
- Sí, mamá murió hace unos años. Y no, no es mi novio. Él es Diego Hargreeves, mi hermano adoptivo. -contesté mirando a mi hermano.
- ¡Hola! -la saludó él.
Agnes le sonrió y me preguntó qué íbamos a tomar.
- Dos cajas de donuts, por favor. -le dije cariñosamente.
- Ahora mismo, preciosa. -dijo cogiendo unas pinzas.
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Juntos en el apocalipsis (Terminada)
Random- Mami, ¿cómo conociste a papi? - ¡Sí, sí cuéntanos! - Está bien, sentaos en el sofá y os lo contaré todo. Yo era una chica de 13 años que vivía con sus padres en una humilde casa en una ciudad. Pero un día como otro, mis padres estaban peleando en...