Humanos Y Conejos

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Los chicos y yo nos encontrabamos reunidos; todo se hayaba en silencio debido a que decidí contarles la historia de Basilus y Sasha, así como la épica cruzada de la víbora para impedir que la humanidad sea aniquilada; tal como predije, no sabían como reaccionar.

Ni siquiera yo sabía como hacerlo cuando me fue contado eso último; es decir, ¿qué puede un simple humano como yo hacer para evitar algo así?

Todo esto es tan...

—Entonces, ¿el abuelo de Sasha es una Gea de clase ocho? ¿Algo como eso es posible? —cuestionó Makoto.

Asentí.

—Yo tampoco lo creía al verlo, pero es una existencia temible, tanto que su sola presencia en el inmenso bosque mantenía la ciudad segura.

Había muchos habitantes en su territorio, pero eso era porque él lo permitía; sin embargo, la invasión de criaturas salvajes fue enviada como declaración de guerra por otra criatura igual de dominante—.

—Y solo por referencia, ¿qué tan fuerte es una criatura así? No puedo imaginarlo... Aunque ya conocí a esa víbora —Raven parecía incomoda por haberse desmayado cuando lo conoció, pero me ayudó a dar fe de mis palabras.

—¿Todos recuerdan al mono que invadió la ciudad y casi nos mata a todos? —esperé un momento para que pudieran imaginar mientras los observaba—. El abuelo de Sasha, el rey del bosque, podría fácilmente acabar con cientos de ellos.

Todos mostraron desconcierto por el alcance de mis palabras; nos jugamos la vida por matar solo a uno, así que...

—Yo diría que unos miles —fuimos interrumpidos por Gaia, quien salió formando su cuerpo de un muro en el árbol—. Después de todo, enfrentarme a un grupo tan grande dentro del bosque no sería problema incluso para mí.

—¿Usted es una Gea de clase siete? —cuestionó Katia observando el cuerpo y atuendo de maleza llevado por la mujer.

—No lo sé, no entiendo los parámetros humanos. Solo sé que sin Basilus, soy la criatura más poderosa de este bosque.

Usé la habilidad de mis ojos para observarla, pero como siempre, no podía saber su nivel; en realidad no podía saber nada. Mi habilidad no la detectaba; sin embargo, eso nos dejaba a todos igual.

—¿Qué hay del rey de la tierra?

La mujer rió.

—Sí, él podría ser un buen punto de comparación; fui incluso más débil que él antes de establecerme con Basilus, pero ahora no estoy tan segura.

… Referirse a una existencia tan sobrecogedora como "débil", ella estaba presumiendo.

Decidí continuar.

—Cuando estábamos en la guarida de los topos, tuve la fortuna de conocer al rey de la tierra una GEA gigantesca que podría fácilmente hundir la ciudad entera si lo quería.

Fue en ese momento que comprendí que los seres humanos no estamos avanzando en la guerra contra los GEAS, es más, incluso somos los únicos que lo vemos como una guerra y solo podremos extendernos hasta el punto en que ellos empiecen a considerarnos una molestia.

Si se lo propusieran activamente, las personas, los seres humanos, no tendríamos oportunidad —el contenido de mi discurso era desesperanzador, tanto que todos mostraron mala cara, pues escucharon las palabras que implícitamente se nos prohibió decir.

La humanidad no tiene oportunidad...

—Si las personas somos tan débiles, ¿entonces por qué nos preocupamos por mejorar?

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