La Serpiente Y La Chica

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Todo comenzó hace 15 años, cuando yo aún era una débil serpiente de clase 7; creo que los humanos nos llaman GEAS en su patética necesidad de ponerle nombre a todo.

Encontré a un grupo de personas moviéndose por el bosque y dado que acababa de comer, decidí ignorarlos; sin embargo, ellos me atacaron en cuanto me vieron.

Así son ellos. No cazan por hambre o por supervivencia, si no por gloria e inseguridad.

Sus patéticas armas se sentían como pequeñas gotas de agua salpicando mis escamas.

"Estúpidos humanos, siempre atacando todo cuanto miran", pensé.

Eran seres codiciosos y detestables.

Sus ataques no me hacían ningún tipo de herida, sin embargo, había algo que no podía ignorar y eso era su intención de dañarme ¿como podía dejar pasar esta afrenta?

Las demás criaturas de clase 6 y 7 me perderían el respeto si no respondiera, en especial Gaia que no parece ni tomarme en serio y como el Rey de este bosque, no podía permitirlo.

Me dí la vuelta y los miré fijamente con todo el veneno que mi mirada podía transmitir. Enseguida me tragué al hombre que estaba más cercano a mi, era casi tan alto como mi mandíbula cerrada y parecía ser el más fuerte y el lider del grupo.

Tan pronto como su líder murió, los guerreros humanos entraron en pánico y trataron de huir en todas direcciones, sin embargo el resto de mi cuerpo ya se había deslizado entre los árboles y rodeado su caravana.

En cuanto alguien se acercaba a mí cuerpo tratando de huir, yo movía violentamente esa parte para empujarlo de regreso al círculo; nadie podía escapar, todos debían morir, así que, con toda la pereza del mundo, comencé a enroscarme al rededor, contrayendo mi cuerpo más y más y partiendo varios árboles en el proceso.

Pronto mi cuerpo aplastó todo en su centro, humanos, vehículos, árboles, nada se salvó... O eso creí.

Era una posibilidad minima, pero entre estos humanos, había un ser tan pequeño que se salvó de mí constricción y no lo habría sabido de no ser porque escuché su llanto.

Lenta y cuidadosamente me desenrosqué para averiguar de dónde venía aquel sonido fastidioso y horrendo con el que me estaban atacando, entonces lo vi, una cría de humano que quedó a salvo en el espacio debajo de mi cuerpo.

Lo miré unos momentos y resoplé, no hacía falta que lo matara, es bien sabido que los humanos son las criaturas más indefensas cuando son cachorros y por lo tanto moriría por sí mismo, así que di la vuelta y partí.

Pronto llegué a mi acogedora cueva en lo profundo del bosque y me dispuse a descansar, pero algo no estaba bien, dentro de mi cueva un sonido extraño captó mi atención, algo se había metido pero no podía identificarlo por el ruido así que comencé a buscar el calor de aquella extraña criatura.

No tardé mucho en ubicar la fuente del sonido y al seguirla descubrí al cachorro humano que había dejado atrás, riéndose mientras apretaba mi cola, seguro se había subido a ella durante el camino.

-¿Quieres morir? - le dije proyectando mi conciencia en su mente, pero la criatura no contestó y siguió haciendo ese molesto sonido al que llaman risa.

En cualquier otra circunstancia lo habría matado, pero no sentía nada de hostilidad de su parte, era como un tigre que se mantiene dócil porque está saciado así que traté de entrar en su mente para averiguar sus planes y sus violentos deseos.

- Nada - no encontré nada.

Lo subestimé por su tamaño pero ¿acaso la mente de esta criatura era tan profunda y maquiavelica que ni yo podía entenderla?

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