Emboscada

41 17 9
                                    

El viaje por el húmedo bosque se volvió fácil durante la mañana: hacía frío, pero podíamos calentarnos con el movimiento, de modo que nos movíamos más enérgicos y más rápido que con el intenso y bochornoso calor de la tarde.

Avanzábamos trotando y saltando entre las inmensas raíces de algunos árboles, esquivando piedras y ramas y luchando contra el Gea ocasional.

Por lo regular dejabamos ir a los Geas débiles luego de asustarlos o mostrarles que no podrían ganarnos; quitaba tiempo, pero era mejor que ir dejando un camino de sangre por allí, no solo por el hecho de que sería matarlos inútilmente, si no que, de ir matando todo en nuestro camino, sería más fácil que las fuerzas de la avanzada pudieran rastrearnos.

Teníamos que ser prudentes.

De este modo, nos dio la tarde y finalmente nos acercábamos al árbol de Basilus; aún si anochecía, sería mejor seguir avanzando que acampar.

Allí no solo estaríamos seguros, si no que podría tomar los tesoros que dejé antes debido a la invasión de la ciudad... Aunque también tenía que pensar en una explicación para ello cuando los chicos lo vieran. No quería que les ganara la codicia o hablaran de más. Mi intención era solo tomar lo que aquella víbora me prometió y no quería tener que luchar con alguien por ello.

Además, la avanzada sería capaz de enviar un batallón entero si se enteraban de que había cosas valiosas aquí y eso sería un problema para Sasha, quien por alguna razón, aún no se veía por ningún lado.

Normalmente a esta distancia ya estaría recibiendome y exigiendo el chocolate que me dio a guardar.

Tal vez estaba ocupada. Me costaba creer que algo pudiera dañar a esa chica lo suficiente para que dejara de estar de escandalosa, y hablando de escándalo...

Pisadas constantes, decenas de ellas podían escucharse. Di la orden y nos ocultamos tras los árboles, pero el bosque no estaba tan tupido en esta área, de modo que no solo las pisadas, incluso sonidos de motor se hicieron audibles y se acercaban.

Una serie de disparos nos alertaron; de correr, probablemente recibiríamos un disparo por la espalda si nos alcanzaban.

—Kuro, arriba —ordené a mi gato hasta ahora vigilante que trepara las ramas de los árboles para mantenerse a salvo; la clase de personas que dispararía ante el mínimo rastro de una Gea, nos habían alcanzado.

—¿Qué hacemos? —preguntaron los chicos cuando desde atrás de los árboles, vimos llegar a unos diez soldados que caminaban con paso firme. Tenían perros con ellos y nos habían rastreado.

Suspiré.

—Hagan lo que yo y luego huyan al este en cuanto tengan la oportunidad. No se detengan y estarán a salvo cuando topen el gran árbol —no solo Sasha; Gaia no dejaría a hombres armados acercarse a su hogar.

Solté mi equipo y salí con las manos en alto. Los demás me siguieron.

—Finalmente los encontramos; dieron muchos problemas.

Dos vehículos también llegaron a paso lento.

Me mantuve en silencio; provocarlos sería una muerte segura, pues aún no teníamos el nivel para enfrentar a un grupo de hombres armados y salir ilesos, al menos no a tantos.

Desafortunadamente, había alguien que parecía no entender la situación pese a todas las veces que se lo explicamos.

—¿Por qué tantas personas para seguir a unos chicos que salieron a acampar en el bosque? —Katia se adelantó molesta—. ¿En serio son tan corruptos para hacer eso? Yo creía en las fuerzas de la... —fue callada por un disparo en el pecho.

The Big Breaking Off Donde viven las historias. Descúbrelo ahora