Invasión De GEAS

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Los lobos corrían a toda velocidad mientras Raven y yo cabalgabamos.

-¿Quieres decirme que sucede? -Raven se quejaba, pues no sabía nada; apenas despertó y la hice subir a un lobo diciendo que teníamos que regresar.

-Las GEAS invaden la ciudad.

-¡¿Qué?! -su pregunta no necesitaba respuesta, ella sabía bien lo que mis palabras significaban y como potenciadores, debíamos estar allí.

Nos aferramos a los lobos mientras estos aceleraban el paso.

Las palabras de Basilus seguían sonando en mi cabeza.

"No tiene caso que vayas a esa ciudad, solo morirás en vano. Con tu poder, no puedes salvar a nadie".

Él tenía razón, soy débil, pero ¿Cómo no iba a ir? Mis amigos, mis compañeros y mis hermanos en el orfanato estaban allí. Tenía que ir y ver de que forma ayudar.

En cuanto a Basilus, él no podía ayudar; si se acercaba a la ciudad en este momento, las GEAS que sirven a aquella otra criatura invadirían el bosque por ambos lados y los humanos quedaríamos en medio de una batalla de proporciones colosales; las cosas solo empeorarían.

Esto teníamos que resolverlo los humanos.

Los malditos y débiles humanos.

Pronto, llegamos a las puertas de la ciudad. El ambiente parecía tranquilo y no había rastro de batalla.

-Te equivocaste -expresó Raven con alivio mientras observaba, pero...

-Algo anda mal ¿Dónde están los guardias?

Raven frunció el ceño cuando bajamos de los lobos y nos acercamos precavidos y con arma en mano.

-¡Por aquí! ¡Sigan el camino hacia el puesto de avanzada! -las puertas de la ciudad fueron abiertas de golpe y decenas de personas salieron, asustadas; muchas de ellas eran la gente más rica de la ciudad y estaban siendo escoltados por los guardias, potenciadores comunes y un potenciador veterano casi al nivel de Jacknife.

-¿Cuál es la situación? -me acerqué a preguntar con prisa a uno de los potenciadores.

-Las GEAS están entrando por el muro sur; son demasiadas y hay de incluso nivel 4.

-Mierda.

Sin esperar más, entré a la ciudad mientras el potenciador que me dio la información, trataba también de darme órdenes.

Ni siquiera lo escuché, ya sabía lo que eran, pero proteger a la escoria rica que salió primero no era mi prioridad.

-Maldición -llegué al orfanato y  algunas de las habitaciones de este se encontraban en llamas visibles por las ventanas.

-¡Hermano Haru! -uno de los niños salió y al verme, corrió hacia mí.

-Dani -también corrí para acercarme, pero no llegué a él. Una Gea parecida a un lemur pequeño, pero con una cola de huesos afilados, saltó golpeando su cuello, solo la cabeza llegó a mis pies.

-¡No!! - con mi espada, corté al lemur a la mitad y tomé la cabeza de Dani en pánico para llevarla a su cuerpo; trataba de usar mi tarjeta de habilidad desesperadamente.

No funcionaba, una y otra vez trataba de usarla, pero no podía revivir a los muertos, no podía curar tal herida y devolver la cabeza a su sitio.

-¡¿Por qué?! -exclamé con lágrimas en los ojos y me levanté del suelo. Caminé hacia la entrada del orfanato y desde el umbral en la puerta, pude ver una escena terrible. La gente con la que crecí, los hermanos a los que cuidé y muchas personas más habían muerto antes de llegar a salir si quiera.

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