Capítulo 3

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Pocas eran las veces que Dalia volaba fuera de los alrededores del palacio, ya que al ser un ave muy rara en la zona, la princesa temía que los cazadores pudieran hacerle daño o cualquier otro interesado en sus raros colores. Por esa misma razón, siempre se mantenía a una gran altura, evitando ser vista lo más que podía; pero su curiosidad por conocer más y más partes del reino era mayor cada vez.

El lugar más cómodo para Dalia era el puerto, donde desembarcaban del gran río los barcos con mercadería de diferentes reinos que han hecho tratados. Ahí, los navegantes no le prestaban atención al tucán curioso, solo se esforzaban en hacer su trabajo. Dalia no entendía por qué pero le complacía, ya que podía observar mejor sin preocuparse de las advertencias de la princesa. Ocasionalmente, uno que otro marinero ponía atención en ella para ofrecerle semillas o bayas, pero rara vez se exponía tanto a eso.

Sin embargo, en vez del puerto, decidió ir hacia el otro extremo, casi rodeando los bordes del reino hacia el bosque. Hubo un par de noches que pasó en los árboles pero no más que eso, así que siempre había algo nuevo que explorar.

Esta vez, no se adentró demasiado en la arboleda sino que observó a las personas que vivían cerca del borde. Parecía como otros lugares que ya había visto, la gente haciendo lo suyo en paz y sin algo nuevo en absoluto. Todo parecía normal, hasta que vio a un hombre con cabello diferente, un verde claro como menta y claramente destacaba del resto. Su cabello le recordó a uno de los colores en su pico, cuando T/N le enseñó un espejo para que entienda por qué mencionaban tanto los colores en ella.

Decidió seguirlo para ver a dónde iría, aunque el resto de personas no prestaba más atención, como si ya estuvieran acostumbrados. Para su sorpresa, el joven no estaba regresando a ningún lado sino yéndose de ahí para adentrarse en los árboles del bosque, solo y con la cabeza baja.

Dalia no sabía exactamente cómo definir a los humanos, pero a este lo diferenciaba por la única característica que lo separaba del resto; además, ambos tenían algo en común, o eso creía. Sigilosamente pasaba de un árbol a otro, siguiendo los pasos del extraño hasta que por fin se detuvo en uno caído para sentarse en este, sin algún propósito o razón.

Otra cosa que lo diferenciaba del resto era su soledad y cómo parecía que quería que así fuera. Dalia no había visto esto de cerca y la única referencia que tenía de lo que veía fue una charla con Jin sobre la tristeza. Él le había explicado lo que no debería sentir nunca, aunque más bien habló de eso para que la princesa T/N lo escuche, y rápidamente cambió el tema de conversación hacia una explicación sobre qué significa "estar triste". En su pequeña memoria, Dalia recordó la descripción de aquello como tener agua en los ojos y, sobre todo, no querer hablar con nadie. Sin embargo, este humano no parecía encajar del todo en la descripción. Lo que tenía que ver eran sus ojos para comprobarlo.

A pesar de las advertencias de T/N, se acercó lentamente al sujeto que todavía no despegaba los ojos del suelo y de sus manos. Su presencia parecía ser siempre notada por los humanos pero, en este caso, nada parecía funcionar; así que decidió volar directamente al árbol caído donde se encontraba este.

Finalmente, pudo ver sus ojos y no era igual a la descripción de Jin. Sus ojos color marrón solo observaron por fin a su acompañante, frunciendo el ceño como en extrañeza por lo raro del ave, sin lágrimas. Dalia observó más de cerca su cabello, fascinada por el color, aunque no podía recordar si era igual o no a cuando miró su reflejo en el espejo.

―Quería estar solo, ¿sabes? ―dice él, como hablando consigo mismo, pensando que un ave no entendería lo que decía.

Dalia se contuvo de decir algo, de nuevo por miedo a que las advertencias de la princesa se hagan realidad y se exponga al peligro. Suficiente ya había ignorado lo que no debía hacer. El joven se distrajo notablemente de sus pensamientos, ante tal vista de un ave que no sabía que podía existir. Los colores verde, anaranjado, celeste y rojo en su pico eran increíblemente brillantes; el contraste con su cuerpo negro y su pecho amarillo acentuaban más la belleza de la criatura, pero lo fascinante para él fue el color celeste en sus garras. Ambos se observaban, impresionados el uno por el otro.

Caminos entre deber y amor  •  [BTS FF]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora