Caminos entre deber y amor • [BTS FF]

Capítulo 38

Había un solo lugar que Jimin no pudo explorar de día en el reino antes de ir al palacio, cuando decidió presentarse ante la princesa hace ya meses atrás. Pero se le ocurrió salir, como antes hacía, para despejar su mente los días siguientes, asegurándose de que nadie lo reconozca. Quería ver el río desde el puerto y navegar sus aguas al menos una vez a la luz del día. Durante el otoño pudo ver lo hermoso del paisaje nocturno que reflejaba la luna en sus aguas, pero ahora en el sol primaveral era todavía más hermoso observar cómo rebosaba de vida y de colores brillantes.

Cada día era una aventura diferente y disfrutó cada momento que pasó, sintiéndose más vivo y emocionado por lo que podía descubrir. El último día, pudo observar el ave que veía seguido en el palacio y cuyos colores brillaban intensamente con el sol. Dalia estaba feliz, recorriendo los lugares que encontraba bonitos. Ni siquiera se dio cuenta de la presencia del príncipe, solo siguió su camino por todo el puerto, sobrevolando gracias a la brisa. El movimiento en los alrededores era usual, pero de todos modos impidió que se quede demasiado tiempo así que lo primero que pensó fue en ir hacia el bosque en búsqueda de un rostro conocido.

Así como el río resplandecía por el movimiento, el bosque tenía cada matiz del color verde. Los árboles habían vuelto a la vida, dándole un lugar para ella misma también. A la distancia, Dalia encontró un tono de verde en particular que pertenecía a quien buscaba ese día. Su nueva persona favorita.

Al igual que en los días anteriores, Yoongi aprovechó cada día para salir, con o sin Seokjin como acompañante. Primero tuvo un destino en especial, el primer día que pudo salir con él. Hizo lo que tanto quería, recoger las pertenencias que dejó su mentor para él y otras que había dejado olvidadas. Después de eso, tuvo la necesidad de simplemente salir sin un destino en particular, solo para sentir el aire fresco que le es tan familiar.

Sin duda aquellos días lo hicieron olvidar ese sentimiento de opresión que se había puesto a sí mismo, ahora estaba convencido de que seguía siendo libre de hacer lo que quisiera a pesar de lo que su mente quería creer. El sol todavía no se ocultaría así que podía continuar su camino por un tiempo más.

Se topó con un estanque, así que decidió parar ahí para dejar que descanse el caballo y tome agua. Un sonido lo distrajo por un momento pero, al levantar la mirada hacia los árboles, sonrió al ver al tucán que tanto conocía en una rama sobre él. Para Yoongi era la compañía que más le intrigaba por la curiosidad que siempre tenía por él.

―Me preguntaba cuándo aparecerías ―murmura para sí mismo, refiriéndose a Dalia.

Ella lo escuchó perfectamente pero siguió observándolo desde donde estaba.

Por otro lado, él quiso probar algo con lo que estuvo experimentando. Se acercó al borde del estanque para arrodillarse y se quitó el collar que llevaba puesto. Era un simple cristal que llevaba guardando y se le ocurrió crear un hechizo nuevo para ver hasta dónde podían llegar sus habilidades. En realidad, no debería probar tantos hechizos de esa manera, pero su deseo de crear superaba las reglas.

Sumergió el pendiente dentro del agua, haciéndolo brillar un poco. Nada sucedió después de ello, así que era inútil seguir esperando. Dalia miraba con atención cada movimiento y con algo de temor el cristal que seguía brillando fuera del agua. Yoongi lo examinó con detenimiento hasta que decidió colocárselo de nuevo. Con un movimiento de su mano, el agua siguió la dirección que tomó y formó una burbuja flotando sobre el estanque. Él sonrió y dejo caer su mano para hacer que el agua regrese al estanque. Al menos eso funcionó, pensó Yoongi; y se quitó el collar para guardarlo.

Estaba satisfecho con el resultado, aunque todavía tenía que probarlo con otras cosas para decidir si fue una buena idea o no. Dalia bajó hacia la orilla del estanque, tanto para hacerse notar como para beber agua. En medio del silencio que los acompañó, él reconoció la tranquilidad que sentía. Solo tenía que agradecérselo a la persona que sugirió la idea y facilitó las posibilidades.