Por tercera vez, la princesa se decidió a probar de nuevo con la puerta y, luego de un par de forcejeos, pudo abrirla. Un suspiro escapó de sus labios, no de alivio sino de frustración por no ver a nadie en el corredor. Asumió que a quienes pensaba en regañar por esa actitud, habían desaparecido en el palacio sin una explicación para ella.
―No puedo creer que me hayan hecho eso ―murmura para sí misma, cansada de solo pensar en buscarlos o tener que lidiar con otro hombre más que se crea demasiado capaz de manejar asuntos en privado―. Mal momento, mal motivo, todo mal. Oídos sordos a cualquier ayuda que pude querer ofrecer. Sólo pensando...
― ¡Cariño! ―dice su madre, la reina, desde el otro lado del corredor e interrumpiendo sus pensamientos en voz alta―. Ahí estás. Estuve buscándote por todos lados.
―Mamá ―responde ella, esperando a que se acerque y disimulando su enojo lo mejor que podía.
― ¿Hacia dónde vas? ¿Y sola?
―Hacia mi habitación, de hecho ―dice la princesa sin pensar, señalando a su espalda para cubrir su mentira.
―Oh, perfecto. Entonces, acompáñame, cariño, por aquí ―responde la reina, ignorando que el camino que señaló era el incorrecto y dirigiéndola hacia el otro―. ¿Dónde está tu guardaespaldas, por cierto?
―Lo envié a descansar por un momento ―mintió de nuevo, entrelazando su brazo con el de ella―. ¿Dijiste que me estabas buscando?
―Lo estaba. Quería darte algo especial antes de la celebración de esta noche, además de mis felicitaciones. Creo que hiciste un trabajo espléndido.
―Gracias. ¿Dijiste celebración? ―pregunta, interesada en esa sorpresa que no vio venir.
―Así es, algo que preparé para darte un reconocimiento y levantarte el ánimo. Lo has hecho muy bien hoy.
―Ya veo.
En el camino que recorrieron, hablando de cómo había salido la ceremonia y el discurso, solo los guardias estaban en sus habituales puestos. El resto estaba ocupado preparando todo para esa noche. Sin embargo, lo único que pasaba por la mente de la princesa sin escuchar a fondo a su madre era lo que había visto en la biblioteca y, también, las palabras que tanto había esperado oír de parte de Yoongi. No obstante, todo dio un giro inesperado cuando apareció Jungkook, inusualmente reservado con ella de nuevo. Fue como si estuviera de nuevo en el primer día en que lo conoció; totalmente extraño.
―Ven, da un vistazo a esto ―dice su madre cuando entraron a su habitación, que ya no parecía tan vacía luego de los cambios que se hicieron.
En una de las mesas había una caja preparada para mostrársela, en el borde habían más pero no parecían ser para esa noche. T/N se acercó a ver la que estaba a punto de abrir la reina, deseando que no fuera otro giro inesperado.
―Este es un regalo que tenía planeado en darte el día de tu boda, ya que tenías planeado hacer tu juramento ese día. Pero, como ya está hecho, puedo dártelo esta noche para que lo uses ―dice ella, abriendo la caja para mostrar un collar hecho de diamantes y rubíes, mucho más ostentoso que los que T/N había estado acostumbrada a ver dentro de sus posesiones―. Le pertenecía a tu abuela. Fue un regalo también, de tu abuelo, el día de su boda. ¿No es hermoso?
―Veo por qué querías repetir ese gesto conmigo ―sonríe la princesa, todavía fascinada con el brillo que emanaba con la luz―. Pero, aun así, muy hermoso. Él tenía buen gusto, definitivamente.
―Lo tenía. Después de todo, la escogió a ella. ¿Cómo puede ser alguien tan suertudo en su primer intento?
―Mmm, ni qué me digas. Ciertamente no fue mi caso.
ESTÁS LEYENDO
Caminos entre deber y amor • [BTS FF]
FanfictionT/N necesita encontrar a alguien que reine a su lado, sin importar quién se interponga en el camino. Solo así se completará la sucesión. El problema es... saber cuál será la elección correcta. Sin querer, reflejó un debate sobre si existe algo como...