Capítulo 30

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Lo primero que hizo la princesa al día siguiente fue revisar sus apuntes para los acuerdos que había terminado la noche anterior. Como era costumbre, tenía que practicar por si su padre preguntaba algo cuando le presente su trabajo terminado. Después de una noche de descanso pleno, a pesar de haber estado exhausta y adolorida, las horas que pudo descansar hicieron efecto para quitarle el agotamiento de los días anteriores. Sin embargo, tenía planes pendientes todavía.

― ¿T/N? ―dice su guardaespaldas, entrando sigilosamente a su habitación a media mañana―. ¿Cómo te sientes?

―Perfectamente, comparado con anoche si a eso te refieres.

― ¿Estás segura?

―Sí, en serio ―responde, mirándolo finalmente con una leve sonrisa―. He dormido como nunca, probablemente es mejor para mí agotarme totalmente para tener un sueño tranquilo luego de días estresantes.

―Estoy seguro que te sucederá más seguido en el futuro, no te preocupes. Como sea, vine a decirte que Jimin te está esperando en tu despacho.

― ¿A mí? ―pregunta, confusa e ignorando sus insinuaciones por lo inusual de aquella noticia―. ¿Tan temprano?

―Aparentemente sí. Eso me han dicho.

Ella suspira, recordando el resto de cosas que faltaban por hacer; redactar el mensaje a los padres de Jimin, entre ellas. No solo eso, planear la boda. Ni siquiera había pensado en planear algo todavía. En nada que tenga que ver con ello, hasta ese día impostergable.

―Bien, vamos entonces.

Ya que no iría a ver a su padre primero, sino al príncipe, dejó los apuntes a un lado antes de irse. La brisa helada que pasaba por los corredores era refrescante mientras que el sol brillaba dando un calor placentero. Ni tan abrasador, ni tan débil. La princesa se imaginó que su amiga ave disfrutaría demasiado de aquel clima.

Incluso los guardias con los que se encontró se veían más alegres; una de las cosas que sucedía en primavera era que todo en el palacio cobraba vida, así que las mañanas se volvían más agradables.

Al entrar en su despacho, todo se veía en su lugar. Excepto que Jimin estaba esperándola frente a la chimenea, sentado en uno de los sillones para seguir leyendo lo que tenía preparado pero que necesitaba terminar todavía. Por suerte, ya había avanzado días antes con eso, sino la noche anterior hubiera retrasado sus avances. La pregunta que se hacía seguido era por qué parecía haber algo que perturbara a la princesa al punto de hacer que busque un escape en su trabajo.

―Ahí estás ―escucha su voz desde la entrada a su espalda―. Buenos días, lo siento si te hice esperar mucho.

―Para nada ―responde él, poniéndose de pie y rodeando el camino hacia ella con una sonrisa―. Buenos días, hermosa.

―Jimin ―dice T/N, al voltear a verlo con una expresión que causó confusión en él pero también un poco de gracia. Lo que ella veía era al príncipe vestido con un traje formal que no esperaba, uno parecido al de su padre cuando presentaba las audiencias mensuales. Dado que no había tenido ninguna oportunidad de verlo así de serio y atractivo al mismo tiempo, era una sorpresa para ella encontrarlo así de repente.

― ¿Qué sucede? ¿Cómo amaneciste?

―Bien, bien ―responde, acercándose a su escritorio para tratar de ocultar su nerviosismo―. Muchísimo mejor, ¿y tú?

―Estoy bien. Vine a mostrarte algo.

― ¿De qué se trata?

―Pues... esta es la parte en la que me iba a referir a nosotros ―dice él, acercándose con los apuntes que había preparado. La princesa retrocede, buscando poner entre los dos el escritorio para dejar de sentir la impresión que tanto la afectaba, como cuando recién cruzó palabras con él en el baile meses atrás. Jimin reconoció aquella reacción y sus preocupaciones se fueron para dejarlo con la satisfacción de que todavía era capaz de alterarla de esa manera.

Caminos entre deber y amor  •  [BTS FF]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora