Tras regresar a la oficina, me senté en la silla de cuero roja y, sosteniendo mi rostro sobre mi mano, pensé: “¿Tanto así no quieres que te encuentre?”
—No, ella mencionó que dejaría pistas.
—Dijiste que no eras tonto, pero ya no sé si puedo creerte.
—Nessa…
La castaña, que hace unos segundos había abierto la puerta sorprendiéndome, caminó lentamente hasta el escritorio y se sentó en la silla frente a este.
—¿Has leído la carta que te dejó?
—¿Carta?
—¡¿No la has leído?! Debes estar bromeando. —cuando me la quedé mirando, ella me vio y volvió a alzar la voz, diciendo: —¡¿Qué esperas?!
—Oh, por supuesto.
Saqué el sobre blanco del cajón y lo examiné.
El sello de la carta era aquel que los ciudadanos usaban cuando enviaban cartas desde el centro de correos; las familias nobles, por otro lado, tenían su propio sello y sus propios mensajeros.
Lentamente rompí el sello con cuidado de no dañarlo, aunque este era algo común, cada centro tenía una ligera diferencia en su sello, podía enviar a alguien a preguntar sobre los visitantes recientes; aun así, esto no serviría de mucho, ya que Nain solo fue a sellar la carta y personalmente vino a entregármela.
Dejando de lado mis pensamientos, extraje la hoja dentro del sobre y comencé a leer:
[Antek.
Debiste haber escuchado de Nessa que me he ido, por cierto, ¿la recuerdas? Ella es mi hermana.
Sé que te prometí quedarme a tu lado, pero tengo que hacer esto; es urgente que me vaya para resolver parte de nuestros problemas. Volveré lo más pronto posible, tal vez tarde uno o dos meses…a menos que me encuentres antes.
Sobre mi hermana, está ayudándonos; te dará algo de información y supongo que te facilitará encontrarme. Si te saca de quicio, aunque se lo digas no creo que le importe mucho; habrás notado ya su inusual carácter.
Al parecer ella y el Duque Roche se conocen, por lo que no debería sorprenderte que esté dispuesta a cooperar con nosotros; a mi parecer, ambos tienen algún tipo de relación.]
Nain es realmente perspicaz, yo tuve que traumarme para averiguarlo. De alguna manera, me pareció injusto.
[Referente a mi viaje, no puedo decirte exactamente qué es lo que haré; sin embargo, sí que ayudará en el momento de mi vuelta a escena.
Ahora, mi querido Antek, nos estaremos viendo en el futuro.]
—Otra vez… —murmuré para mí mismo.
—¿Terminaste?
La chica de cabellos cafés interrumpió mi reflexión.
—Sí, lo hice. —dejando la carta sobre el escritorio de madera oscura, miré a la contraria—. Aquí también lo menciona, “el futuro”.
—¿Ah, sí~?
Ante su sonrisa cínica, supe que no me diría nada, por lo que me tragué mi frustración y froté con fuerza mi nuca.
—Si no tienes nada más que decir, ¿me harías el favor de retirarte? —pregunté con impotencia.
—Oh, claro, claro. De todos modos, hay algo que debo hacer, así que volveré a mi habitación. —se levantó y antes de salir bamboleando las caderas, sacudió la mano—. Adiós~
Por un segundo sentí como si cada una de sus acciones fueran usadas en secreto para burlarse de mí.
Nessa, tal como dijo Nain, era la clase de persona que con unas pocas palabras te podía sacar de tus casillas; sumado a eso, estaba el cómo siempre sonreía no importa que saliera de esos labios rojos venenosos, impidiéndote enfadarte con ella.
Otra habilidad rara que poseía era la de convencer a la gente, por la cual esa joven loca había terminado residiendo temporalmente en el Palacio. Al principio, Daveth se opuso a esto, pero al final él también terminó siendo hechizado.
Cuando me di cuenta de lo que estaba pasando, ya le estaba ordenando a una sirvienta que le prepara una habitación a la invitada.
Aunque, si lo pienso bien ahora, esto mueve las cosas a mi favor…
—¡¿Hay alguien afuera?! —llamé mientras frotaba mis sienes.
Tras unos segundos, Godfrey entró por la puerta.
—Si su alteza, deme sus órdenes.
—Envía a Olga a que vigile a Nessa, cualquier movimiento que haga debe ser reportado.
—Entendido.
Una vez mi mayordomo salió, seguí con mi trabajo, intentando pensar en mi siguiente jugada.
[…]
—¡Príncipe, tengo noticias!
Olga entró con Godfrey detrás, quien paró de regañarla inmediatamente entré en su campo de visión; por otro lado, la sirvienta de cabello lavanda sonreía mientras se acercaba a mí con paso rápido.
—Niña, te he dicho que seas más respetuosa con su alteza. —habló solemnemente mi mayordomo, tratando de contenerse.
Contuve las comisuras de mis labios, que luchaban por levantarse ante la escena frente a mí.
—Está bien Godfrey, ¿qué pasa Olga? —sonriendo, invité a la de enfrente a hablar.
Cuando recibió mi permiso, la chica se detuvo frente al escritorio y, con una sonrisa, anunció:
—Lady Nessa envió una carta a la señorita Nain.
—¡¿Qué?! —me levanté, golpeando con fuerza la madera—. Manda a alguien que siga al mensajero.
—En seguida. —Olga salió corriendo de la habitación.
Volviendo a sentarme, miré a Godfrey y ordené:
—Investiga el nombre de las capitales de los reinos cercanos, quiero saber el significado de cada uno.
—Comprendo su alteza.
Una vez el hombre salió, volví a quedarme solo en la oficina.
[…]
Después de dos días únicamente trabajando, logré resolver la mayor parte de los problemas que estaban surgiendo en el Imperio y, al tercer día…
—Su alteza, es el mayordomo.
—Adelante Godfrey.
Cuando se lo indiqué, el hombre mayor abrió la puerta y entró a la oficina; una vez estuvo frente a mí, me tendió un manojo de papeles.
—Esta es la información que pidió, está el nombre y significado de cada una de las ciudades. Me tomé el tiempo de organizarlos para que pueda saber fácilmente de que reino se trata.
—Gracias, debe haber sido mucho trabajo.
—No se compara con lo que usted hace, no se preocupe su Alteza.
—Entonces, veamos…
La primera lista de ciudades era del reino más cercano a Tryon.
Motakay era un reino relativamente pequeño, pero realmente poderoso en cuanto poder militar; lamentablemente, entre sus ciudades no se encontraba lo que buscaba. La siguiente era Loin, y tampoco había nada; después…
—¡Nada, no hay nada!
—Príncipe, falta uno.
—Ha~. Sí, claro, aún no puedo rendirme. —volviendo la vista a los papeles leí la última lista—. Irimus…
—Creí útil agregarlo a la lista a pesar de las circunstancias.
—Lo entiendo. —abriendo el documento con indiferencia, me centré en buscar lo que necesitaba—. Énas-Uno, Aakaash-Cielo, Bhavikha-Futuro… ¡Futuro!
Me levanté de mi asiento haciendo tambalear la silla y, con una sonrisa en el rostro, volví a acomodarme tras el escritorio; un instante después, noté lo que estaba mal y mi sonrisa se esfumó.
—¿Eso quiere decir que la señorita es de Irimus? —cuestionó Godfrey, frunciendo el ceño.
—Eso será un problema.
Dejando los papeles sobre el escritorio y apoyé mi cabeza en mi mano, tratando de pensar.
—¿Le molesta Príncipe?
—¿Molestarme…? —ante las palabras de mi cuidador me enderecé, cruzándome de brazos—. Sinceramente, no me importa. Que venga de Irimus no quiere decir que ella sea como esa mujer venenosa; no obstante, el pueblo no lo verá así.
—Muchas cosas sucedieron en ese entonces. Siendo así, ¿qué planea hacer?
—Lo resolveré luego de encontrarla, ¿Olga te ha dicho algo?
—No, no he tenido noticias.
—Ya veo, en ese-
Un gran estruendo y un grito interrumpieron mis palabras:
—¡SU ALTEZA, TENEMOS UN PROBLEMA!
—Olga…
—¡Tú, niña malcriada, ya te dije que te controles!
—¡Ahora no viejo! Tengo cosas más importantes que hacer que oír tus sermones.
—¿Cómo te atreves-?
—Godfrey. —el susodicho se quedó callado; entonces le pregunté a la irruptora—. ¿Cuál es el problema Olga?
—El mensajero, el caballero que enviamos perdió al mensajero.
—¡¿Qué?! ¿Cómo pasó? —levantándome violentamente de la silla, la interrogué.
—P, parece que el caballero era un aprendiz…
—¿Y por qué demonios enviaron a un aprendiz a una misión tan importante?
Ante mis bruscas palabras, la joven se encogió y dijo:
—Lo lamento, debí haber escogido a la persona yo misma.
Escucharla lamentarse no me haría sentir mejor, por lo que suspiré y me tranquilicé antes de volver a dirigirme a ella.
—…Está bien, no es culpa tuya. —pasé una mano por mi cabello, despeinándome ligeramente—. Solo, ¿dónde vio por última vez al mensajero?
—Parece que lo perdió de vista en el momento en que entraba a Irimus.
—¿Irimus? Así que si estabas ahí…
—¿Ya sabe dónde está Nain? ¡Auch! —quejándose, Olga volteó a mirar a Godfrey con el ceño ligeramente fruncido—. Oiga, ¿por qué me pellizca?
—Te he dicho que llames con respeto a la señorita.
—Parece mi madre. —susurró la chica lo suficientemente fuerte para que la escuchara—. Viejo, déjeme tranquila tan solo un segundo.
—Lo haría si acataras los modales del Palacio.
Antes de que comenzaran a pelear y se perdieran en su mundo, los interrumpí:
—Olga.
Ella inmediatamente dejó su mirada asesina para contestarme con una sonrisa.
—¿Si, Príncipe?
—Llama a la brigada de caballeros, tengo un plan.
—¡En seguida alteza!
Después de que la sirvienta se fue a la carrera, Godfrey también salió.
—Espera un poco más Nain, ya casi te tengo. —murmuré para mí mismo pese a estar solo.
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No soy Cenicienta
Teen FictionTodos conocen el cuento de Cenicienta, ya saben esa historia sobre una niña estúpida que no sabe defenderse de su madrastra y hermanastras, y que, por ser tan amable, el cielo la recompensa con la fortuna de un príncipe. Siempre pensé que era realm...