Capítulo 6

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Una larga charla, una intensa pelea con miradas chispeantes y finalmente determinamos que me "enseñaría" a montar, por lo que salimos para encontrar a Nichab esperando pacientemente por mí, una vez me vio se acercó resoplando en mi rostro y despeinando mis cabellos. Mientras la acariciaba fui tomada de la cintura y sin cuidado Antek me cargó intentando subirme al caballo a lo que Nichab respondió inclinándose un poco para facilitarme el acto, por lo tanto, quedé bastante incómoda y es que para empezar no era tan baja que él, tal vez unos 10 cm, por lo que realmente no estaba muy lejos del suelo.

— ¿Podrías bajarme? Mis piernas aún funcionan.

— ¿Cómo? —no parecía haber notado que pasaba y cuando miró el escenario en que nos encontrábamos simplemente me regresó al suelo —. Perdón.

Me subí sola a la yegua con facilidad al mismo tiempo que intentaba contener mi risa, tenía una imagen que cuidar, él por otro lado no parecía consciente de la clase de expresión que su rostro mostraba, era cómica, lo que me hizo arrepentirme de no haber traído mi cámara. Pareció notar como lo miraba, ya que inmediatamente regresó a su serio mirar.

— Comencemos con esto, ¿quieres?

— Bien, cuál es la primera lección capitán. —hice un ademán de soldado y siguió hablando ahora con una ligera sonrisa en su rostro.

— Tienes que mostrarle al caballo que si se detiene muy rápido te hará daño. —asentí mientras él se acercaba a la yegua y le daba unos golpecitos en el lomo.

— ¿Qué haces?

— Tu caballo no es obediente, deberías simplemente conseguir uno más competente.

Dio un golpe en el trasero de Nichab, eso y sus palabras causaron que la yegua diera una patada hacía dónde Antek se encontraba, sorprendiendo y causando que soltará un dicterio.

— Este caballo es agresivo. —había esquivado el crítico golpe que recibiría por tener la lengua demasiado suelta.

— El único agresivo eres tú, cómo te atreves a hablarle así. —acaricié las crines negras de Nichab haciendo que avanzara lentamente.

— ¿Sólo te obedece a ti?

— La verdad me sorprende que incluso te haya dejado acercarte. —volteé a mirarlo y accidentalmente con mis botas rocé el costado de la yegua causando que cabalgara.

Eureka, he hecho un descubrimiento, los sentimientos son la cosa más peligrosa a la que un humano puede enfrentarse y es que no es solo un siempre sentir, sino que con el tiempo se convierte en lo que eres, ¿por qué hablo de esto repentinamente? Bueno, tal parece que la fuerza en mis brazos no fue suficiente para mantenerme sobre el caballo andando a esa velocidad, por lo que caí siendo atrapada cuál doncella en peligro por mi "príncipe", demonios que patético, ni que estuviera en una novela.

— ¿Estás bien?

Me levanté y sacudí mi pantalón con algo de tierra, como siempre mi inescrutable expresión escondió todo rastro de miedo que muy dentro sentí al caer, al igual que el inevitable sonrojo que se marcó en mis pómulos. Me limité a asentir levemente ayudándolo a levantarse, tomó mi mano y una corriente eléctrica surcó cada parte de mi cuerpo, era un sentimiento extraño, mi corazón latía como loco y sentí mi rostro arder, lo solté haciéndolo caer nuevamente. Soltó un quejido y me miró enfurruñado.

— Lo lamento. —me alejé de él y volví a subir a la yegua que había vuelto.

— ¿Qué fue eso?

— Nada, no te quedarás en el suelo y seguro puedes levantarte solo ¿no florecita?

— Eres bastante extraña. —se levantó y sacudió sus finas ropas, no quedaría mancha en su pantalón café y aunque sus oscuras botas estaba polvosas no era nada irreparable.

No soy CenicientaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora