Capítulo 26

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Bien, aquí vamos, llegó la hora.

«Llevas repitiendo eso en tu cabeza por horas, solo hazlo.»

—Tú cierra la boca, no estás ayudando.

«¿Quién dijo que quería ayudarte?»

—Maldito...

«Shh~ Alguien se acerca.»

Inmediatamente me cubrí la boca con ambas manos, al mismo tiempo que aguantaba la respiración.

«Jajajaja, te ves ridícula, ¿por qué aguantas la respiración?»

—Mhejakaoha.

Solo pude escuchar otra risotada salir de mi muñeca. En el momento que los caballeros se alejaron, me liberé.

Con la respiración entrecortada y susurrando, le dije: —Más te vale que cierres la boca si no quieres que te utilice como cebo.

«Tch' Entonces me perderías, porque, por si no lo sabes, yo pertenezco de todas maneras al Palacio.»

—No es como si te necesitara de todas formas.

«No sabes de lo que hablas.»

—¡Tú-! —cubrí mi boca nuevamente al escuchar el sonido de pasos.

—¿Qué pasa? —La voz de un hombre se escuchó un poco más lejos.

—No, es que...creí escuchar una voz.

El sujeto que habló después sonaba mucho más cerca, a lo que no pude evitar cerrar mis ojos, deseando que se fueran.

«Será mejor que te controles si no quieres que te descubran~.»

Su tono burlón me sacaba de quicio.

Después de un rato los guardias se alejaron y finalmente pude salir.

Para no ser descubierta Nessa me dijo que usara un atuendo...extraño, para ser sincera. Lo único que llevaba era un vestido blanco y mi cabello, recientemente más largo, iba suelto —ahora me llegaba por debajo de los hombros—, además, no me dejó usar zapatos y mis pies estaban sufriendo.

Si me detenía a pensarlo, supongo que podía ser un disfraz.

«Eres un fantasma, ilusa.»

—¿Qué?

Mi voz, más fuerte de lo que esperaba, me obligó a esconderme tras un pilar, cuando un par de sirvientas pasaron cargando cestos repletos de ropa. Mientras se acercaban, yo me iba moviendo hacia el otro lado de la columna.

—¿Quién eres?

Cuando escuché la voz detrás de mí casi suelto un grito, presioné mis labios con fuerza para evitar que cualquier tipo de ruido escapara y delatara mi pánico.

—Te pregunté quién eres, responde, antes de que llame a los guardias.

Volteé lentamente la cabeza para quedar de frente con la persona tras de mí, si necesitaba llamar a los guardias para detenerme significaba que no era tan peligroso...Bueno, eso pensaba.

«¡Jajajaja! Te encontraste con la peor persona en este Palacio, que pésima suerte tienes.»

—Usted...

—¿Nain?

¿Qué hago? No puedo decir mi nombre completo o seré descubierta, pero tampoco puedo simplemente no saludar, digo...es el Emperador.

—Nain saluda a Su Majestad, el único Sol del Imperio.

Tomando cada lado de mi vestido, hice una reverencia y, cuando todo mi cabello cayó hacia el frente, sentí un escalofrío recorrer mi nuca.

No soy CenicientaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora