Capítulo 30

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¡BUENAS NOCHES! Finalmente pude terminar este capítulo, literalmente lo terminé y lo subí, pero bueno.

Primero que nada, quiero agradecer a Imagine_Smile por siempre votar y comentar en los capítulo, muchas gracias, eres un gran apoyo. También, por supuesto, agradezco a l@s lectores fantasma (aunque no me molestaría su voto XD)

Pero bueno~, eso es todo, muchas gracias, disfruten de la lectura ♡

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UNAS HORAS ANTES...

—¡Ahhh!

Mi grito resonó en todo el vestuario y, seguramente, en toda la mansión.

—Señoría, debe calmarse, respire profundo.

—¡No! ¡Ya déjame, déjame! ¡Quítame esto!

Con un fuerte movimiento tiré del objeto rígido que cubría mi torso.

—¡Señoría! Debe calmarse.

—Shiela, ¿puedo solo no usar eso? —dije mientras me alejaba del corsé en el suelo, como si se tratara de lava caliente.

Lo que más me molestaba de los vestidos no eran ellos en sí mismos, sino más bien esa cosa que apretaba hasta mis órganos.

No, definitivamente no usaría un corsé, por nada del mundo.

—Tiene que usarlo, debe verse bien, no puede solo usar un saco para asistir a la fiesta del Duque.

—¿Por qué debería preocuparme por eso? Además, ¿no fuiste tú quien dijo que no debía importarme lo que pensaran de mí? ¿Quién se atrevería a decirme algo?

—Bueno, eso...

Pateando la pieza de tela y madera, sonreí de forma arrogante.

—¿Qué más tienes que decir? Usaré lo que quiera y punto. Todas ustedes, salgan. —mientras señalaba a todas las sirvientas, cada una de ellas abandonó la habitación.

Quedando solo en el chemise de algodón, pateé una última vez el corsé, lanzándolo lejos.

—¿Es necesario romperlo? Esto es caro su señoría.

—Lo que sea, eso es un arma mortal, aléjalo de mí.

Tras un largo suspiro, Shiela, que se había quedado, tomó la destrozada prenda y también se retiró. Una vez estuvo afuera, me acerqué a mi armario y rebusqué dentro.

Pantalones viejos y algunos abrigos desgastados...

Entre la poca ropa que había traído, solo había una par de cosas que no parecían tan viejas como las demás. Shiela se había encargado de que me trajeran docenas de vestidos que me quedaran, pero no tenía intención de usar ninguno de ellos.

Ella estaba tan empeñada con que usara un vestido, así que decidí complacerla...más o menos.

Tomé una capa de terciopelo, una camisa con cuello ruffle y volantes, las mangas obispo quedarían bien. Finalmente, tomé la falda que Nessa había empacado para mí.

La falda era diferente a un vestido en algunas cosas, principalmente en largo, puesto que ésta llegaba únicamente hasta las rodillas. Puede que mucha gente lo considerara inadecuado, pero gracias a Nessa encontré una manera eficaz de usar esta creación de un diseñador del reino de Siena.

De esta forma, no solo entraría al mundo de los hombres con los negocios, sino también al de las mujeres con la moda.

Y bueno, sobre los plebeyos...

No soy CenicientaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora