«¿Nain?»
—¿Qué sucede?
Le contesté mientras seguía revisando cientos de documentos.
Hacía 2 días desde que me encontré con Antek, así que era normal que no hubiera ningún avance significativo aún, pero... ¡No es esto demasiado!
«No estás registrada en el libro, así que, ¿lo guiaste al Gran Libro? o ¿acaso te referías a otra cosa?»
—No, estás en lo correcto, debía ir a ver el Gran Libro, aunque como dices no estoy registrada en él, pero el simple hecho de que lo mencionara fue una gran pista.
Aunque el idiota no pareció entenderla...
«Pues yo tampoco entendí tu intención.»
—Tch'. No es tan difícil, quiero decir que, mencioné el Gran Libro, así que le estoy diciendo que soy una noble y, ya que no aparezco en él, solo tiene buscar a los nobles que no estén registrados.
«¡Oye! Hay muchos significados para eso.»
—Claro que no, fue una pista sencilla.
«Te gusta complicar la vida de la gente, eso es todo.»
—Tienes deseos de morir, ¿cierto? Hablándome así cuando estamos en el tercer piso.
«No te atreverías...»
—Pruébame.
«...Bien, entonces ¿qué planeas hacer ahora?»
—¿Qué?
«¿No pensaste en qué hacer después?»
—Oye, la idea me vino mientras corría, di que al menos algo pudo ocurrírseme.
«Oh, por Zarir.»
Parecía haber soltado un suspiro, fue bastante raro escuchar a un brazalete suspirar, pero supongo que comenzaba a acostumbrarme...
«Bueno, ¿entonces qué haremos ahora? Antek no está ni cerca de encontrarte y, ha este paso, jamás lo hará.»
—Deja de ser tan pesimista, además de trabajar también estoy pensando.
«Llevas dos días pensando, ¿cómo es que no se te ha ocurrido nada?»
—¿Y tú qué has hecho estos días? ¡¿Eh?! ¡No me has ayudado en nada, así que no tienes derecho a quejarte!
«¡¿Cómo?! ¿Qué quieres decir con eso?»
—Ah, aparte de inútil eres sordo, fantástico, al final lo único que puedes hacer es hablar, para eso me hubiese conseguido un canario.
«¡¿Me acabas de comparar con un ave?! ...Bueno, es una linda, así que...»
—Los canarios son molestos.
«Tú eres molesta.»
—¡¿Quieres pelear?!
«¡Tú empezaste!»
—¡Cie-!
—¿Nain?
Nessa habló abruptamente, dándome un buen susto.
¿Por qué tiene que aparecer siempre en momentos como este?
Por un momento no pude responderle, ni siquiera volteé a mirarla por miedo a que mi rostro tuviera alguna expresión, por lo que, sin hacer contacto visual, le dije lo más seria posible, aunque estuviese realmente avergonzada.
—¿Por qué entras de repente sin siquiera tocar?
—Bueno, no podía y, ya que la puerta estaba abierta, simplemente entré.
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No soy Cenicienta
Teen FictionTodos conocen el cuento de Cenicienta, ya saben esa historia sobre una niña estúpida que no sabe defenderse de su madrastra y hermanastras, y que, por ser tan amable, el cielo la recompensa con la fortuna de un príncipe. Siempre pensé que era realm...