Después de entender lo que mi madre estaba haciendo, a pesar de que ya tenía antes una idea vaga ahora sentía que de alguna manera me importaba un poco más que antes, podía decirse que si ese hombre cae yo también —algo así—.
No odiaba a mi madre, supongo que no es algo que puedas hacer no importa que pueda hacer, es tu madre ella te dio la vida así que no es tan sencillo, aun así no es que la amara tanto sólo era agradecimiento supongo. En cambio, con Fausto era un poco diferente que en el comienzo, no es que lo viera como mi padre o algún amigo, sólo era el hombre que había prometido darme lo que fuera sin excepción y eso le daba muchos puntos.
La verdad no sabía bien que debía hacer, tal vez contarle a madre que Fausto parecía una buena persona o decirle a Fausto que mi madre era un mujer malvada que no lo amaba, aunque eso seguro él ya lo sabía.
Desde que habíamos llegado, Zaira —mi madre— había estado organizando reuniones con sus amigas en el jardín delantero de la casa, un jardín para nada como el de la madre de Amira, ¿tenía flores tan hermosas? Sí, pero definitivamente ninguna comparada a la del hortus pulcher como lo llamaba Fausto. Cuando le pregunté qué significaba me miró un par de segundos, debería considerar buscar las cosas en un diccionario a veces, arrepintiéndome por mi curiosidad insaciable después de terminar mi oración y darle una leve mirada al hombre que sonriente me veía.
— Significa "hermoso jardín" en latín. —¿Por qué me hablas en latín hombre? A penas y sé las palabras usadas comúnmente en el castellano y me sacas otro idioma, cuánta cultura hay en esta casa —. Sé que suena complicado, pero en realidad el latín es la madre del castellano.
— ¿De verdad? Entonces podría aprenderlo. —nota mental, jamás volver a decir que quiero aprender algo frente a este hombre sediento de atención. Con la sonrisa socarrona que me dio fue suficiente para saber que aparte de las clases de piano ahora aprendería también latín, hurra...
Volviendo al tema de mi madre, quien no dejaba de reunir mujeres cada tarde una vez por semana para tomar el té y no es odio por la bebida, en realidad me gusta el té, pero sinceramente prefiero beberlo sola que con un montón de mujeres chismosas. La historia de la casa abandonada había terminado, ahora éramos la familia más conocida en el diminuto reino.
Adiós a mi paz, lo único que me tranquilizaba era que cada vez que una fiesta se llevaba a cabo siempre escapaba, a pesar de que mi madre me decía que me quedara era imposible para mí aguantar la multitud y el bullicio, por eso, ir "al lugar de Amira" era la mejor opción y así seguir siendo desconocida para el mundo.
Además ser reprendida después por mi madre era solo un bonus.
[...]
Después de algunos meses viviendo en esa casa pude notar muchas cosas, una era que Fausto se iba cada mes en un viaje de una semana para cumplir con su trabajo y cada vez regresaba con un regalo para todas, inclusive madre. Ahora tengo una variada colección de inutilizables pendientes —dato curioso, no tengo horadadas las orejas—, esas porquerías se las había pedido mi madre a Fausto para mí, completamente inútiles objetos innecesariamente brillantes.
Afortunadamente Fausto aprendió lo que me gusta y sorprendentemente a leer mis expresiones —bastante raro considerando que solo tengo una—.
Respecto a Amira, todo sigue igual excepto por un pequeño detalle, ya que Fausto se va de viaje y el santo hombre no quiere afectar mis estudios le pidió a su hija que me enseñará el piano la semana que estaría ausente y, aunque solo es un día es endemoniadamente incómodo.
Por otro lado, ya que la rubia, afortunadamente, no sabe tanto latín como Fausto aún no está cualificada para enseñarme y así solo tenía que leer los libros que él me dejaba para no "oxidarme" en lugar de pasar más tiempo con la princesita. Y es que la práctica tiene sus frutos, ahora me considero buena pianista o al menos ya no torturo al piano, sin embargo no estoy ni cerca de ser tan buena como Amira o su padre; en cambio con el latín soy asombrosa aunque lo diga yo, puedo hablar fluidamente latín y mantener una conversación con Fausto.
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No soy Cenicienta
Novela JuvenilTodos conocen el cuento de Cenicienta, ya saben esa historia sobre una niña estúpida que no sabe defenderse de su madrastra y hermanastras, y que, por ser tan amable, el cielo la recompensa con la fortuna de un príncipe. Siempre pensé que era realm...