Capítulo 31

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Todo comenzó cuando tenía 10 años...

Después de caer al río al ser empujada por Nessa, algunos meses después, fui con mi madre y mi hermana a una reunión de nobles, pero escapé para jugar fuera.

Cuando estuve sola caminé por el bosque, no podía alejarme mucho, sin embargo, tampoco tenía ganas de estar cerca, así que decidí entrar al bosque detrás de la gran casa que "habíamos" ido a visitar, para explorar un rato.

El vestido que llevaba era extremadamente incómodo, además, ya que estaba explorando, era normal que accidentalmente alguna "bestia" lo desgarrara, ¿no?

Pueden imaginarse que hice y cómo mi madre me golpeó por ello luego. Pero esa es otra historia.

Mientras exploraba el bosque me encontré con la "bestia salvaje" que desgarró mi vestido, se trataba de un conejo blanco ligeramente tintado de verde debido a un resbalón en la hierba mojada, sus brillantes ojos rojos me miraban y, entonces.

¡Woosh!

Salió brincando a toda velocidad adentrándose al bosque, así, lo seguí para intentar atraparlo, pero desafortunadamente terminé completamente perdida. En medio de la nada, rodeada únicamente de árboles, hierba y flores.

Cómo iba a encontrar a una pequeña bestia en un bosque tan grande cuando ni siquiera sabía dónde estaba yo.

Fue cuando hurgaba entre los arbustos que lo vi, el esponjoso pelaje verdoso que revoloteaba el viento, no quería que escapara, así que rápidamente lo tomé entre mis manos y me abalancé contra él y, tomando una rama del suelo, lo ataqué.

...Desde niña era realmente algo, de verdad, ¿cómo no me di cuenta antes de lo enferma que estoy?

Rodé por la hierba con el "conejo" entre mis manos, presionando su pelaje, y no fue hasta que dejamos de movernos que lo noté.

—¿Esto es...?

—¡OUCH! ¡¿Quién te crees que eres?! ¡Suéltame!

Sí, mi bestia había escapado y terminé atrapando a una todavía peor, una que me perseguiría hasta el final de mi vida.

—No eres un conejo.

—¡¿Tú crees?!

Se trataba de un chico de verde cabellera y ojos rojos, iguales a la sangre que corría por el rabillo de su ojo.

—Lo lamento, te confundí con algo más. —dije mientras me bajaba de encima del niño desconocido.

—¡¿Algo?! ¡¿Dices que me confundiste con una cosa?!

—Bueno, más bien un conejo.

La mirada del chico era feroz, parecía que en cualquier momento tomaría la rama que estaba en mi mano y acertaría el golpe que yo fallé.

Aún así, como siempre, mi expresión no cambió ante la atmósfera de horror en la que me encontraba. Impasible, mire al niño a los ojos.

—Tú... —su mano, apenas más grande que la mía, se alzó en el aire, pero igualmente seguí mirándolo sin pestañear.

—¿Qué quieres? No tengo mucho tiempo, la bestia a escapado y no se como volver a casa, así que no me molestes, ya pedí disculpas.

Levantándome de la hierba y sacudiendo el vestido hecho girones, me dispuse a comenzar a buscar el camino de vuelta.

Pero...

—¡Hey! ¿Crees que saldrás tan fácilmente de esto? ¿A caso no sabes quién soy? —preguntó mientras se cruzaba de brazos, mirándome, no obstante, solo me quedé observándolo, sin saber que decía—. ¡Claro! Por eso reaccionas así, si supieras frente a quien estás entonces temblarías del miedo.

No soy CenicientaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora