Capítulo 22

89 12 0
                                    

—¡No! —desperté agitada y bañada en sudor frío.

Había pasado un solo días desde el baile, sí, sé que no es tiempo suficiente para olvidar todo, pero compréndame. Empujé al emperador al suelo, lo llamé viejo e hice que el príncipe heredero me persiguiera, mientras, el baile en que se supone encontraría a su prometida, seguía como si nada.

Tenía derecho a estar asustada, no me sorprendería quedar traumada de por vida.

Lo único que mantenía cuerda mi mente era el hecho de que jamás le dije a Antek quien era realmente, así que tomaría un tiempo encontrarme, suficiente para escapar, jaja. ¿A que soy lista?

Tranquilizando mis pensamientos me levanté de la cama, me di una ducha y me cambié como siempre, por si acaso revisé una vez más debajo de mi cama.

—Aún está ahí. —el abultado vestido rojo permanecía escondido bajo mi cama.

Realmente, que pensé al guardarlo, debo deshacerme de él, pero nadie debe darse cuenta o sino...

—¿Qué haces debajo de la cama?

—¡AH!

—¡Dioses! ¡¿Por qué gritas?! Me asustaste, ¿estás demente? —Nessa estaba pálida y se recargaba sobre el marco de la puerta.

—Pe, perdón...Saliste de la nada y, bueno...

—Ha~, está bien, solo baja, es hora del desayuno.

Después de verme asentir levemente, ella salió de la habitación y regresé a revisar debajo de la cama una vez más, ya saben, solo para estar segura. Cuando calmé mi corazón bajé al comedor donde todas se encontraban ya desayunando.

—Nain, tardaste demasiado. —Amira me reprendió.

—Solo fueron unos minutos, no armes drama.

Me senté al lado de mi hermana dispuesta a empezar a comer y entonces lo recordé.

—Esperen, olvidé algo. —me levanté y corrí de vuelta a mi habitación.

Una vez volví le tendí una caja azul con un gran moño plateado a Nessa. Ella me miró curiosa, pero tomó el regalo.

—¿Esto es...?

—Un presente, por nuestro cumpleaños.

Tanto mi madre como Nessa se sorprendieron, ante su rección Amira se burló. Ellas siempre olvidaban este tipo de fechas, por supuesto mi madre siempre esperaba un regalo en su cumpleaños, pero cuando llegaba el nuestro solo lo olvidaba.

—Gracias y perdona, volví a olvidarlo. —rascó su cabeza y me sonrió incómoda.

¿Con qué luz habían estado viendo a Nessa hasta ahora?

Ella no era exactamente la mejor persona del mundo, era irritante, habladora y molesta, pero por extraño que suene se preocupaba por mí, a su manera, pero lo hacía.

—¿Por qué siempre olvidas nuestro cumpleaños? —a pesar de todo eso...odiaba cuando me hacía esto.

—Yo...lo siento, te compensaré esta vez, lo juro.

—Ha~ Da igual, no necesito un regalo de todas maneras, solo abre la caja y si no te gusta...te daré dinero para que compres algo de tu gusto.

Sin que nadie más dijera una palabra el desayuno terminó.

[...]

—Argh... —me estiré y respiré el aire puro del jardín.

Las cosas no estaban yendo muy bien, pero creo que puedo relajarme un poco, me lo merezco, después de todo hoy es mi cumpleaños.

No soy CenicientaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora