Capítulo 37

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Hace un día decidí que ayudaría a Lennart a cambiar su personalidad retorcida, pero...

-Nain, di "ah~" -dijo acercando el tenedor, que tenía incrustado lo que parecía un trozo de pollo.

Desde que había despertado, después de haberse alterado con la historia de "La reliquia perdida", no me dejaba tranquila.

Tal vez no debí dejarlo recostarse sobre mi hombro.

-Lennart... -le hablé, interrumpiendo su interminable discurso.

Estábamos en la segunda posada, era el tercer día de viaje y nos encontrábamos en el comedor, disfrutando de la cena. O al menos lo estaba, hasta que este idiota, de cabello ahora rojo, se había cambiado de lugar para quedar justo a mi lado y ahora trataba de alimentarme en la boca.

-¿Sí, Nain?

Suspiré, tratando de no matarlo, y rascando mi nuca lo cuestioné:

-¿Qué crees que estás haciendo?

Lo miré mal y él únicamente sonrió, como si no le importara en lo más mínimo que estuviera molesta.

Ante su silencio, me levanté de golpe, le di una última mirada y me fui del comedor, dejando solos al Duque y Shiela, que continuaron comiendo sin prestarme atención. Normalmente la menor me hubiera seguido, pero antes de salir de la habitación para comer le había dicho que después deseaba estar sola, así que fuera a hacer otra cosa hasta la hora de la cena y que la llamaría si necesitaba algo.

De esa forma, me dirigí hacia la habitación de la posada y cerré la puerta con fuerza tras de mí.

-¡Agh, ese sujeto es un!...Haaa~, tengo que tranquilizarme.

De mala gana caminé hasta la cama y me lancé sobre ella, dejando mi cara enterrada en el duro colchón, aguantando el dolor que el impacto le causó a mi nariz.

«Ja, desde que te encontraste con él te has vuelto más sensible emocionalmente.»

Antes de abrir la boca, di la vuelta sobre mí misma para quedar boca arriba y, viendo al techo de madera vieja, le contesté.

-Ese sujeto no sirve para nada más que volver locas a las personas.

«Y sigo sin comprender la razón de que, aún rodeada de tanta gente así, puedas mantener ese muro mental.»

-...Oye, hablando de muros. -dije, levantándome de la cama para quedar sentada.

«No quieras cambiar de tema.»

-Entonces, ¿no me dirás que sucedió en la posada 'Unua paŝo'?

Tardó un poco, pero al final habló emocionado.

«¡Bien, me convenciste! No sabes lo mucho que esperé para contarte esto.»

Su voz se asemejaba a la de un niño, sin embargo, decidí interrumpirlo.

-Un segundo, debo cerrar la puerta, sería vergonzoso que nos atraparan hablando.

Me levanté de la cama, le coloqué el seguro a la puerta de madera e incluso puse una silla para ganar tiempo. Luego regresé a la cama y, quitándome las botas, me recosté sosteniendo una almohada entre mis brazos.

-Listo, ahora puedes comenzar.

«Bien, ya que la dama se puso cómoda~. Comenzaré por un tema general, Nain, ¿qué sabes de la magia?»

Ante su repentina pregunta, dudé un poco, pero finalmente respondí lo que sabía.

-La magia antiguamente era muy alabada y con ello el templo ganó mucho poder también, la gente creía que esta ayudaba al desarrollo de los reinos, pero después de un tiempo se dieron cuenta de que era una total mentira. La magia causó que todo se ralentizará, desde la medicina hasta la tecnología.

No soy CenicientaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora