— ¡Padre!
Hincado frente al trono, rogaba una vez más a mi padre para que dejara al pueblo entrar al baile.
No era una fiesta de guerra ni nada que le concerniera al pueblo, pero no estaba seguro si ella se encontraba en la nobleza o era una pueblerina, y no deseaba averiguarlo esa noche.
— ¿Por qué eres tan insistente, príncipe?
— Escogeré una prometida como dijiste, y ahora que el brazalete de mi madre no está debo hacerlo por mí mismo, pero ¿quién dice que mi emperatriz no se encuentra entre la gente común como varias de las emperatrices anteriores?
No podía decir nada contra eso, el viejo sabía que sin el brazalete no podíamos sólo escoger a una doncella cualquiera, el riesgo que caer al pasado era grande si nos basábamos solo en el poder.
Normalmente esperaríamos a que el brazalete de la emperatriz escogiera por sí solo, pero cuando mi madre murió no pudimos encontrarlo por ningún lado.
— Entonces estás diciendo que, ¿si acaso consideras que una mujer puede convertirse en la emperatriz, no te importara de que origen sea sólo porque tú lo piensas así?
— Así es. —me levanté y lo miré, no podía dudar o me tiraría encima cada argumento que le había dado.
— Entonces hazlo, encuentra a la futura emperatriz, no falles.
— Sí, padre.
De esa manera, conseguí expandir las invitaciones, no solo a la nobleza del imperio y otros reinos, sino también a los plebeyos, las cosas podían salirse de control, pero si encontraba a la mujer que buscaba todo se reduciría a pasar unas horas en el baile, además, si ella estaba allí no tendría tiempo para aburrirme.
— Saludo al príncipe, futuro Sol del Imperio. —mientras caminaba a mi habitación, una voz me interrumpió.
— Daveth, ¿qué demonios haces? —levantando la comisura de mis labios, lo miré como si de un bicho raro se tratara—. Que desagradable, me pones la piel de gallina.
— Cállate, intento acostumbrarme a saludarte antes de que te conviertas en Emperador y haga algo que ocasione que me corten la cabeza.
— Si, claro, el hijo del Gran Duque Roche muere decapitado por no saludar al Emperador.
Ambos reímos y seguimos caminando, uno al lado del otro.
Mi mejor amigo, Daveth Roche Aldridge, heredero al título de Duque del Imperio y segundo al mando del Emperador, a pesar de todo lo que tuve que pasar como heredero al trono este sujeto fue el único que se atrevió a hablarme como una persona normal, además es gracias a él que continuo vivo.
— Me enteré de lo que hiciste lunático.
— ¿No sé a qué te refieres? —volteé evitando su mirada.
— Sí, claro, ¿quién demonios es esa chica que te tiene tan enamorado? Realmente quiero conocerla.
— Ni te atrevas a acercarte a ella, bastardo pervertido.
Lo único en que él y yo nos diferenciábamos a lo grande era a la afición a las mujeres que mi querido amigo tenía, llevaba el apodo de "El infiel conquistador de mujeres", ese nombre sí que le quedaba.
— Ya, cálmate casanova, ahora mismo tengo mis ojos puestos en una chica que nadie más podría conseguir, este reto es más interesante que todos los anteriores, además dicen que es la chica más guapa del Imperio.
— Pues yo lo dudo.
— La opinión de hombres enamorados no es válida, sería como preguntarle a un mono que es más hermoso, su caca o una flor.
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No soy Cenicienta
Teen FictionTodos conocen el cuento de Cenicienta, ya saben esa historia sobre una niña estúpida que no sabe defenderse de su madrastra y hermanastras, y que, por ser tan amable, el cielo la recompensa con la fortuna de un príncipe. Siempre pensé que era realm...