s e s e n t a y o c h o

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Volver a tocar el piano fue un respiro para él.

El sábado Boni se había levantado bastante tarde —cosa que le estaba comenzando a suceder más seguido—. Lo primero que hizo fue darse un baño caliente de hora y media para meditar un rato, y al salir se vistió con su suéter blanco favorito, junto con sus pantalones de mezclilla y zapatos morados.

Pero sus ánimos seguían siendo arrastrados por la planta de sus pies. Pensar que se había comprometido a salir al parque con sus amigos al atardecer empeoraba su situación emocional. Era incapaz de dejar de sentirse nervioso por imaginarse a sí mismo encontrándose con Elías otra vez.

No quería volver a ser tragado por las fauces de la desesperación. Aunque en ese momento no es que estuviera mejor que al principio.

Fue por eso que antes de salir decidió ir a tocar piano.

Mason esa mañana también le había dejado un desayuno junto a su cama. Boni se extrañó por eso, pues pensó que debía estar molesto con él por la manera en la que lo había tratado. También creyó que lo del desayuno había sido sólo por un día, pero no; ahí estaba esa bandeja de plata con comida saludable sobre la loza.

Boni no se lo comió ésta vez.

Cuando llegó al pequeño cuarto en donde su piano descansaba, Boni lo observó desde la entrada, sosteniendo el asa de su mochila que colgaba sobre su hombro. Estudió su madera oscura y brillante, cuya superficie estaba ligeramente empolvada debido a la nube que constantemente habitaba allí, puesto que el pequeño cuarto no constaba de ventanas por donde pudiera ingresar aire. La única luz que iluminaba la habitación, era la que entraba por las amplias ventanas de los pasillos.

Boni entró y se acercó al gran instrumento. Bajó la maleta de su hombro y la acomodó al lado de la banca. Entonces se acomodó frente al piano, y pasó suavemente sus dedos sobre las teclas, acariciando su textura suave y lisa.

Suspiró por su nariz suavemente.

—Regresé —murmuró al piano con voz ronca—. Lamento haberme alejado de ti.

Con la punta de su dedo, tocó una nota.

Lo miró un tiempo más en silencio.

Mordiendo su mejilla interior, Boni se enderezó y acomodó sus dedos sobre las teclas. Dudó por instantes, sin ser capaz de percibir si podría tocar alguna melodía improvisada, debido a que la inspiración lo había dejado tiempo atrás y no había tenido fluidez a la hora de componer. Su pasión por la música parecía desvanecerse, y eso lo asustaba, porque perder el amor por lo que haces era una dura pesadilla que Boni no estaba dispuesto a sobrellevar.

Pacientemente, Boni comenzó a tocar diferentes notas y acordes en el piano, familiarizándose con el instrumento. Luego cerró sus ojos para intentar dejarse llevar. A veces sus dedos se resbalaban o tocaba un acorde mal, pero conforme iba avanzando, se volvía a acostumbrar, y al paso de unos diez largos minutos, Boni estaba tocando su piano como en los principios.

Llevaba tiempo sin sentirse así.

Cuando estaba de vuelta con su querido instrumento, sentía que salía a tomar aire luego de mucha presión bajo el agua, recibiendo el suave calor del sol sobre su rostro, que había quedado cubierto por el penumbroso océano.

Sus manos se conectaban con sus palpitantes sentimientos, y emitían su voz a través del canto de las teclas, cuyo sonido se encerraba entre las paredes de la habitación, encantando sus sensibles oídos.

Su cuerpo se mecía sutilmente mientras su mente se despejaba de a pocos, dejando ver lo que estaba enjaulándolo, interpretado en una sola cosa: la noche; era un cielo nocturno cubierto por una escasa niebla oscura, que apenas daba vista a las lejanas estrellitas parpadear débilmente, mientras la luna se perdía entre la oscuridad de las nubes.

Di Mi NOMBRE [TERMINADA ✓] VERSIÓN NO CORREGIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora