o c h e n t a y c u a t r o

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Boni no había podido descansar correctamente.

El joven chico había estado revolviéndose entre las cobijas una y otra vez sin lograr conciliar el sueño. Tenía mucho malestar en el pecho que le dificultaba la respiración y sentía estar sudando frío, cosa que parecía ser una muy mala señal.

Su cabeza no ayudaba hablando sin parar, culpándole de todo.

Él pensó que daría un paso adelante al tratar de cumplir su deseo de tener a Nicolás con él, pero en su lugar pareció haber tropezado a un recóndito foso interminable. Sólo logró empeorar todo.

Nicolás de seguro no se sentía bien al haber sido alejado del orfanato prácticamente a la fuerza, parecía que iban a devolver a Boni al orfanato, se cobró la sangre de Mason... eso era lo que más preocupado lo tenía.

Luego de vomitar, Boni no se sentía nada bien. Incluso acostado, el mundo parecía darle vueltas, su pecho le punzaba como si alguien le hubiera apuñalado... No sabía si era por los malos sentimientos que estaba experimentando, pero Boni se sentía profundamente arrepentido.

Sentía que había provocado a sus Madres y Director a cometer un error; sentía que había manipulado los sentimientos de Mason para que tomara la iniciativa para llevarse a Nicolás, y ahora... todo se había derrumbado.

Gimió con dolor mientras se acurrucaba en la cama, suplicando mentalmente que se detuviera. Trató de respirar correctamente, pero sus pulmones parecían estar siendo oprimidos.

No tenía sentido intentar remediar las cosas en ese momento, porque los daños ya habían ocurrido. Lo único que podría hacer era pedirle a Mason que devolviera a Nicolás al orfanato con Abel a primera hora el día siguiente; estaba decidido a hacerlo. No tenía sentido sacrificar tanto por un sueño que podía ser simplemente una fantasía que no se iba a cumplir.

—Albert... —sollozó con la voz quebrada y silenciosa—. Regresa, por favor... No podemos manejar esto sin ti... —Gimió de nuevo, perdiendo poco a poco la visión—. Albert... —suplicó más alto, con su mano apretando la sábana.

—¿Boni? —murmuró Nicolás en la cama de al lado—. ¿Estás bien?

Con los ojos llorosos y extraviados, Boni se cubrió la boca con la manga de su suéter, intentando quedarse lo más quieto posible, pero Nicolás ya lo había escuchado.

Pensó que estaba dormido.

Sintió los movimientos del chico cuando el colchón se hundió detrás de él. Nicolás gateó hasta Boni y le tomó el hombro.

Boni apretó los ojos.

—Oye... —llamó y le sacudió suave—. Boni.

Sabía que Nicolás lo estaba mirando fijamente, y estuvo así por un tiempo en el que no le respondió hasta que se acercó a él. Pudo sentir su calor corporal muy cerca de su cara; logró detectar cuando apoyó su mano a su lado...

—¿Boni? —llamó por tercera vez—. Te oí llorar; ¿estás bien?

Quiso intentar fingir que estaba durmiendo, pero no le salió.

—No me ignores.

Receloso, Boni abrió sus ojos brillantes y miró a Nicolás, que le observaba con preocupación.

—¿Qué tienes? —le preguntó—. Has estado actuando muy extraño.

Boni no le contestó, sólo volvió a acomodar su cabeza para mirar la puerta del baño.

—¿Por qué lloras? —siguió insistiendo Nicolás y le tocó el cuello—. Estás sudando.

—Nico... —habló Boni con dificultad—. N-no quiero hablar...

Di Mi NOMBRE [TERMINADA ✓] VERSIÓN NO CORREGIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora