c i e n t o u n o

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Rebeca, Boni y Nicolás salieron del teatro con brillantes sonrisas.

—¡Cris! —gritó Rebeca a su amigo, que había estado sentado junto a Mason al lado de la camioneta.

Ambos giraron sus cabezas para mirarlos. Al verlos llegar, ambos se levantaron, pero no se movieron; sólo los miraron, esperando una señal de su parte.

Rebeca rió y Boni bajó la maleta de la organeta, para así ambos correr hasta Mason y Cristopher, que abrieron los ojos y sonrieron al saber lo que había pasado.

Rebeca se lanzó a los brazos de Cristopher y Boni abrazó a Mason.

Segundos después, Nicolás llegó detrás de ellos, cargando la maleta de la organeta de Boni.

—¡Lo logramos! —sollozó Rebeca y Cristopher sonrió, tomando la cabeza de Rebeca con una de sus manos.

—Sabía que lo lograrían —dijo con una sonrisa—. Nunca pensé lo contrario.

Rebeca volvió a reír, pegando su mejilla al hombro de Cristopher.

Mason acarició la cabeza de Boni y le tomó la cara para poder mirarlo fijamente. Los ojos gatunos de Boni permanecían brillantes, llenos de alegría. Verlo así causaba a Mason calidez en su corazón.

Sonrió.

—¿Cómo te sientes? —preguntó a Boni.

—Incrédulo —respondió él—. Aún no lo puedo creer.

—Créelo. —Mason le puso la mano en la cabeza cariñosamente—. Ese es tu talento, Boni.

Boni se volvió a pegar a Mason en un abrazo, hundiendo su rostro en su pecho, a lo que Mason le acarició la espalda.

Quería llorar, pero tenía tanta emoción que ni eso lograba hacer.

Iban a competir; habían entrado a la competencia... eso significaba que podrían lograr llegar a la final si se esforzaban lo suficiente.

—¡Boni!

Él se distanció de Mason al escuchar su nombre. Al volverse, se encontró con Elías, que corría hasta ellos. En esa ocasión estaba vestido con un suéter de lana color púrpura, con un abrigo café, pantalones grises, zapatos negros y una larga bufanda de un color rojo llamativo que rodeaba su cuello.

Cuando se detuvo frente a él, se apoyó en sus rodillas para tomar aire.

—Elí —dijo Boni, sorprendido—. Sí viniste.

—Pero parece que no llegué a tiempo —dijo él, poniendo un rostro triste al enderezarse—. Lo siento, no pude acompañarte. Traté de venir lo más temprano que pude, pero el auto de mi papá se pinchó y...

—Elí. —Boni le puso la mano en el hombro—. Conque hayas venido estoy bien.

—¿Sí? ¿Estás seguro?

—Completamente.

Mason estiró una sonrisa y se retiró para ayudar a Nicolás a guardar la organeta en la camioneta para que así Boni pudiese hablar cómodamente con Elías.

Elías miró la organeta con curiosidad y se volvió a Boni.

—¿Entonces ya te presentaste? —preguntó—. Porque vi una fila larga en la esquina y me imaginé que estarías ahí, pero como te encontré por aquí...

—Sip —asintió él—. Ya lo hicimos; de hecho, acabamos de salir.

Elías abrió los ojos con esperanzas.

Di Mi NOMBRE [TERMINADA ✓] VERSIÓN NO CORREGIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora