Camelia, Sonia, Isabel y Esteban habían llegado para hablar con él cuando había acabado de derramar unas cuantas lágrimas.
Luego de que Boni se había ido a comer con su hermano Nicolás, Mason se había ido hasta el auto para poder parquearlo frente al orfanato, y ahí estuvo un rato a solas, escuchando un poco de música. Se quedó pensando en todo y en nada al mismo tiempo, abrumado por las ocurrencias que desde que nació lo fueron persiguiendo como pesadas cadenas oprimiendo sus tobillos.
¿Cuándo dejaré de estar solo? Se preguntaba constantemente cuando era más joven. A los catorce años Mason comenzó a distinguir el mundo diferente a como lo hacía antes; comenzó a sentirse afectado al ver la soledad de los pasillos de la mansión... pero sobre todo, empezó a tener la necesidad de llamar la atención.
Albert era atento y cariñoso con él, pero no siempre disponía del tiempo para acompañarlo, y muy seguido terminaba solo estudiando matemáticas, física o música.
A veces quiso salir a caminar, pero los criados lo detenían y lo volvían a meter en su habitación. Siempre era el mismo argumento: "es peligroso que salgas", "debes concentrarte en tus estudios"; y él obedecía, porque otra opción no existía.
Cuando comenzó a presentar los primeros síntomas de depresión y ansiedad, sus padres no le creyeron; ellos solían decirle que era muy joven para sentirse así, que ellos habían vivido algo peor y que no tenía el derecho a decir sentirse mal. Lo peor fue que Mason les creyó.
Eran cosas que se metió a la cabeza por estar tan ensimismado, entonces debía ignorar y concentrarse en lo que era realmente importante.
Pero nada mejoró. Las cosas fueron empeorando y Mason cada vez se sentía más vacío e intranquilo; reiteradas veces comenzaba a cuestionarse las razones por las que debía estar viviendo, ¿qué sentido tenía la vida si no podía disfrutarla? ¿Qué le daba ser alguien inteligente y derecho?
Ya no sentía placer y tenía la ineludible necesidad de distraerse para estar tranquilo. Cada mañana despertaba sudoroso y con una molestia presión a la altura de su pecho; la monstruosa ansiedad.
Mason comenzó a romper cosas, hacer berrinches, insultar a los criados y portarse mal, sólo para llamar la atención de sus padres, pero ellos siempre lo castigaban y lo criticaban; siempre le decían que era un malcriado egoísta, y que debía concentrarse en sus estudios o terminaría como un vagabundo, o que los decepcionaba por su mediocridad.
Él no se rindió y fue portándose cada vez peor; se volvió rebelde y todo lo que sus padres le decían, él los contradecía; hubo una vez en la que le contestó a su padre de una manera en la que se ganó quedar encerrado en su cuarto por un mes. Mason sabía que no era correcto, sabía que estaba mal lo que hacía, Albert también le avisó que aquello no arreglaría nada, pero la realidad era que Mason ya había tocado fondo; se sentía desesperado.
Cuando lloraba, ellos lo regañaban, y le decían que un hombre no debía de hacerlo; que un hombre que lloraba era un débil. Le decían que a su edad no debía estar haciendo pataletas. Fue entonces que supo que el llanto nunca iba a valer pena alguna, y se entrenó a sí mismo para retenerlo. Pero la ansiedad no se iba; era la única cosa que Mason no podía controlar a voluntad, como si fuese una sombra descontrolada que intentaba envolverlo, y cada vez que deseaba que se fuera, más grande se hacía.
Fue una tarde acalorada cuando descubrió su forma para calmarse: cuando quiso quitarse la vida.
Con catorce años, Mason estaba sentado en su cama tomándose el cabello. En ese momento él acababa de recibir un regaño por parte de mamá; ella le había dicho que se sentía enferma por tener un hijo como él, y que habría sido mejor haberlo dejado en la escuela presencial para que así aprendiera lo que era la verdadera vida. Eso no lo hizo sentir bien. Mason ya no podía descifrar si lo que decía su madre era cierto, si él era el que estaba fingiendo estar mal, o si él realmente estaba sufriendo. No era capaz de creerse a sí mismo, no podía verse, no se encontraba, no se conocía; estaba viendo su reflejo en un espejo empañado y roto. No sabía qué pensaba, cuándo decía la verdad y cuándo no, si sus sentimientos eran dolor o capricho... Estaba completamente perdido.
ESTÁS LEYENDO
Di Mi NOMBRE [TERMINADA ✓] VERSIÓN NO CORREGIDA
Poesía¿De qué manera un infante percibe la vida? ¿Qué ocurre dentro de la cabeza inocente de un niño que fue criado en un orfanato dulce cuando se encuentra con el lado oscuro del mundo externo? Ser huérfano no era difícil para Boni. Su todo en la vida er...