o c h e n t a y s e i s

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—¡¿Eres menor que yo?! —se exaltó Rebeca, apretando la almohada de Boni contra sí, mientras miraba a Nicolás con los ojos abiertos—. ¿Cuántos años tienes?

—Trece —respondió él tranquilamente. A su lado, Abel jugaba con las orejas del conejo de peluche con aroma a canela.

A Rebeca le había encantado el niño, pero éste escapó de ella en cuanto le saludó. Le avergonzó hasta que Boni le explicó todo.

—Pero eres muy grande... —observó Rebeca, volviéndose tímida—. ¿Haces deporte?

—Um... sí... —Nicolás parecía igual de penoso, pero a Boni le encantaba verlos conocerse—. Suelo correr y eso.

—Disculpa que te pregunte tantas cosas pero, ¿has pensado dedicarte a algún deporte? Como, no sé, ¿vóleibol?

Nicolás frunció el ceño.

—¿Y eso qué es?

Rebeca parpadeó.

—¿No conoces el vóleibol?

Nicolás se la quedó mirando atentamente.

—Uh —dijo Rebeca—. Bueno, el vóleibol es un deporte de pelota. Se trata de pasarla de un equipo a otro sobre una red sin que ésta llegue a tocar el piso.

—¿En qué me beneficiará?

—Pues... no estoy segura, no conozco ese campo.

—Entonces no me interesa.

—Oh.

Boni sonrió bonito y Rebeca lo miró.

—¿De qué te ríes?

Boni negó.

—No es nada. Sólo es que no pensé que sería tan lindo ver a dos de mis amigos volverse amigos.

"¿Somos amigos?" preguntó Nicolás mentalmente.

Rebeca y Nicolás cruzaron una mirada, y de un momento a otro la chica entornó los ojos.

—Algo me dice que si te ves con Cristopher le provocarás celos.

Nicolás enarcó una ceja.

—¿Por qué?

—Siempre presume ser el más alto. —Rebeca se inclinó hacia atrás—. Dice esto y aquello sobre su increíble e insuperable estatura. —Analizó al de ojos profundos—. Me pregunto qué pasará si descubre que alguien menor es más grande y alto que él.

Nicolás no supo por qué una persona sentiría celos por la estatura de alguien y Boni tampoco, pero no dijeron nada.

En el momento, se escuchó el sonido de la puerta siendo tocada. Boni al principio se puso en modo alerta y dio señales a sus amigos para que no hagan ruido.

Boni se levantó de la cama auxiliar junto a Rebeca y caminó a la puerta de su cuarto. Pegó su oreja a ella y aguardó unos segundos.

—¿Quién es? —preguntó, pero nadie le respondió.

Insistió más alto:

—¿Quién es?

—El almuerzo está servido —era la voz de Luisa.

Boni sintió amarga la boca.

—¿No podrían traérmelo aquí? Quiero almorzar en mi cuarto.

—Eso no... —pero se interrumpió repentinamente y cambió el tono de su voz—: ¿Por qué lo desea, mi Señorito? ¿Se siente usted enfermo?

Di Mi NOMBRE [TERMINADA ✓] VERSIÓN NO CORREGIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora