n o v e n t a y u n o

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—No quiero preguntarte qué fue lo que te pasó... —murmuró Boni luego de haber pasado un tiempo de quietud en la habitación; ambos estaban sentados en la cama de Mason, acompañándose mutuamente—, pero la verdad es que en serio quiero saberlo.

Mason apretó la boca y dirigió sus ojos cansados a la puerta de su habitación, pensando que Luisa podía estar del otro lado, espiándolos.

—Para mí es más importante que estemos bien —evadió suavemente.

Boni no quedó a gusto con la respuesta.

—Si no me lo quieres decir, dímelo... —se quejó, triste—, pero al menos explícame por qué.

Mason sintió mucha vergüenza.

—Pienso que no es adecuado que lo sepas —respondió, volviéndose a sentir sucio.

Boni le miró.

—¿Por qué?

—No quiero decirlo, Boni —dijo, apartando la cabeza—. Sólo no insistas.

Boni suspiró.

—Está bien...

Pero lo que sucedía era que el hecho de no conocer todo lo que estaba afectándole a Mason para ayudarle, le recordaba a cuando Boni no sabía que Lucel estaba enfermo, porque nadie lo supo hasta que cayó. También la vez que Nicolás estuvo encerrado en esa habitación aislada y terminó en el hospital; Boni no pudo estar ahí para ayudarle. Cuando se peleó con su hermano Elías y después lo adoptaron, para ahora dejarlo en el olvido, como si nunca se hubiesen conocido. O cuando Cristopher y Rebeca fueron maltratados en el colegio el día que él no asistió...

Apretó las manos entre sus rodillas.

Pensar que algo como eso podía pasarle ahora a Mason no le dejaba tranquilo. Ya era mucho no poder defenderlo de sus padres; no creía poder aguantar que no fuera capaz ni de consolarlo.

Subió su mano hasta su pecho cuando volvía a sentir punzadas y falta de aire.

No, no quería perder más.

Sintió que alguien le tomó el hombro y se volvió. Mason le sonrió de lado, pero se veía mareado, seguramente por el efecto de las pastillas.

—No te angusties —dijo—. Puedo ser fuerte.

Eso no lo hizo sentir mejor, pero no tuvo otra opción más que aceptar. Simplemente asintió y volvió a ver sus rodillas.

—Entonces... —tanteó con cuidado—, ¿sigues con la idea de ir a buscar a tus padres?

Mason hizo una mueca.

—La verdad es que no sé qué hacer —admitió—. Sin embargo... luego de toda la discusión, estuve haciendo memoria y... Creo que mis padres en realidad sí estaban huyendo.

Boni lo miró, interrogante.

—¿A qué te refieres?

—Antes había estado intentando averiguar qué estuvieron haciendo exactamente y a dónde se habían ido, pero nadie me respondió, porque no saben tampoco —explicó—. Me había hecho la idea de que estaban escapando de algo, pero no me lo quise creer porque mis padres no son ladrones ni estafadores. Pero ahora... —Sus ojos se desenfocaron—. Creo que puede ser una posibilidad muy grande.

—¿Y de qué estarían huyendo? —preguntó—, ¿por qué?

—Esa es la otra pregunta...

Se quedaron en silencio, pensando.

Di Mi NOMBRE [TERMINADA ✓] VERSIÓN NO CORREGIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora